Septiembre, tiene en México un profundo sentido de nacionalidad y amor a la patria. Durante este mes los capitalinos paseamos al anochecer por las preciosas calles del Centro Histórico de la Ciudad de México que se cubren de un verde esperanzador, blanco como signo de unidad y un rojo vivo que nos recuerda que nuestro país fue forjado en la sangre derramada por los héroes nacionales que nos dieron patria, campanas que conmemoran el ruido de la libertad y las luces, la independencia.
Las fiestas patrias del 15 de Septiembre del 2017 tenían un precedente doloroso para nuestro país, ya que nueve días atrás la tierra mexicana se estremeció con un sismo de 8.2 grados Richter dejando estragos en los estados de Oaxaca y Chiapas. Durante la ceremonia del Grito de Independencia nuestro presidente Enrique Peña Nieto acompañado de su esposa Angélica Rivera al gritar y ondear la bandera el desánimo nacional se hizo presente, entre abucheos, reclamos y protestas se hizo una vez más público el teatro de un presidente que nunca logró conectar con su país.
19 de Septiembre, es para los mexicanos casi por superstición una fecha que se quedará marcada para siempre en las memorias de varias generaciones. Nuestros abuelos aún con lágrimas en los ojos nos cuentan con nostalgia como los edificios más emblemáticos de la Ciudad se estremecían ante el terremoto de 1985 y como miles de amigos, familiares y conocidos quedaron para siempre enterrados entre los escombros. 2017 fue el recordatorio de que debemos aprender de nuestra historia para no volverlo a repetir, es cierto que no podemos predecir un terremoto pero nos corresponde generar una cultura de prevención sobre el actuar ante un siniestro.
El recuerdo aún es sensible y es imposible no escribir de esto sin sentir un hueco en el pecho y un nudo en la garganta; mientras iba en el transporte después de la universidad creí que por un breve momento me estaba mareando pero fue al voltear a ver el segundo piso del periférico que note que estaba viviendo por primera vez un temblor. Aún sin saber lo que estaba sucediendo, después de casi 40 minutos logré comunicarme con mis papás y mi hermano que estudia en el sur de la Ciudad de México para corroborar lo evidente, la ciudad se encontraba en un caos total al estar a solo 120 km del epicentro que provocó un sismo con magnitud 7,1 en la escala Richter. Confundidos, con miedo e incertidumbre esa noche juntamos el material que se solicitaba y esperamos indicaciones para poder ir a ayudar, no fuimos los únicos, el país entero se movilizó.
Los días posteriores fueron de mucho dolor y trabajo, edificios que en la cotidianidad observabas con indiferencia en ese momento regresaban a la memoria con nostalgia al verlos hechos escombro.
Como hace mucho no veíamos, un México joven se juntaba para levantar escombros y organizar brigadas, profesionales de la salud ofreciendo ayuda por horas para socorrer aquellos quienes salían heridos, puños en lo alto daban esperanza de vida y en las calles solo se observaban mexicanos haciendo patria. Arquitectos, ingenieros, albañiles, “Los Topos” y también recibimos a nuestros hermanos brigadistas de otros países que llegaban de todos lados del globo para brindarnos su ayuda, todos héroes, todos humanos y todos por México se unieron con una misión en común, levantar una ciudad y salvar vidas.
Surgieron miles de héroes anónimos que se la rifaban en las calles con comida, muchos ayudando en los centros de acopio y otros muchos llevando medicinas, despensas y material a las zonas mayor afectadas, un perrita llamada Frida nos devolvía un poco la esperanza cada vez que su ladrido daba señales de vida. Mi ciudad tembló… pero también nuestro corazón, sin saber muy bien lo que debíamos hacer todos invariablemente estábamos haciendo algo por los demás.
Me gustaría que la reflexión se quedara en la gran nación y en la capacidad de reconstruir desde las cenizas pero no puede quedarse así ante una realidad que era inminente; muchos de los edificios que se cayeron son el resultado de las fallas en el cumplimiento de las regulaciones de construcción, de acuerdo con académicos, oficiales e inspectores de obra. Edificios que desde el 85 no cumplían con las reglas de construcción y que a la fecha siguen sin cumplirlas y hoy son los edificios al borde del colapso y una amenaza a la vida de las personas que ahí habitan. Todo esto es producto de una mala administración de los recursos de regulación y ahora, ante las evaluaciones para demolición y reconstrucción, corrupción de los organismos gubernamentales de la Ciudad de México pero desde tiempos remotos.
La justificación en las fallas del sistema es en gran medida por los principales actores políticos a través de los años y los cambios administrativos que “no hicieron caso” ante las advertencias de colapso por siniestro y que hoy a un año del 19S aún hay edificios con ciudadanos viviendo en ellos en peligro de venirse abajo. La corrupción ha cobrado a lo largo de los años en México miles de vidas, esta vez no fue la excepción.
Sabemos que el partido Morena se hizo acreedor de una sanción puesta por el INE debido a las irregularidades en el fideicomiso para damnificados por los sismos del 19S y en otras investigaciones a la administración actual de la Ciudad de México por desviación del presupuesto para reconstruir viviendas y demolición de las que se han vuelto inhabitables.
Este es un llamado a la nueva administración de la Ciudad de México a cargo de Claudia Sheinbaum quien en campaña prometió resolver la situación de las familias de los barrios y colonias afectadas que tome en sus manos las riendas de esta administración y que haga lo que le corresponde:
1) Supervisar las brigadas de regulación y tomar acciones inmediatas de desalojo y apoyo a las familias que viven en edificios no regulados y en peligro de colpaso. Tomar medidas necesarias para evitar futuros accidentes por falta de supervisión de obra de acuerdo a las normas de construcción.
2) Darle prioridad a zonas de mayor vulnerabilidad sin poner por encima los intereses políticos y económicos de terceros en los procesos de evaluación.
3) Entregar un informe a la ciudadanía acerca del uso y administración de los recursos económicos y materiales empleados para la demolición y reconstrucción de la Ciudad de México.
No vamos a permitir que la corrupción siga tomando vidas, estamos el pendiente de las acciones que se tomen.