Quisiera hacer una pequeña reflexión sobre la importancia de poner en práctica las cuatro virtudes más importantes en la vida de todo ser humano, aprovechando la fecha que se acerca, la navidad, un día tan importante para los cristianos y tan “importante” para aquellos que la utilizan como un medio de comercialización.

Hacer espacio para lo realmente importante en el mundo, compartir la alegría de la navidad –natividad del hijo de Dios, es lo que debería ser primordial en este tiempo de preparación y conversión, no el consumismo desmedido de cosas que no nos hacen crecer interiormente, que no nos hacen ser mejores personas y que nos deshumanizan. “Preparar el corazón no gastar sin sentido, la fiesta de la pobreza de Dios que se despojó de sí mismo tomando la naturaleza de esclavo” –Papa Francisco.

Un evento que debería ser de crecimiento espiritual y moral se convierte en un evento de consumismo. Es una etapa para reflexionar de cómo ser mejores, no de gastar el dinero derrochándolo sin pensar en nuestro propio bienestar ni en el de los demás. Sin embargo, así surgen ideologías sobre todo individualistas que prefieren tapar el problema o más bien culpar de los problemas existentes al propio ser humano y su naturaleza humana y reproductiva. Talvez parecerá un poco confuso mencionar esto en el presente artículo, pero la frase de la encíclica del Papa Francisco, Laudato Si,  explica mi idea: “culpar al aumento de la población y no al consumismo extremo y selectivo de algunos es un modo de no enfrentar los problemas. Se pretende legitimar así el modelo distributivo actual, donde la minoría se cree con el derecho de consumir en una proporción que sería imposible generalizar porque el planeta podría ni siquiera contener los residuos de semejante consumo. Además, sabemos que se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y el alimento que se desecha es como su se robara de la mesa del pobre”. Actualmente se culpa a la “sobrepoblación” de los problemas actuales y por ello, se promueve el control natal: aborto, anticonceptivos, derechos de salud sexual y reproductiva. No entraremos a ello a fondo pero sí es necesario resaltarlo para entender el gran problema del consumismo actual.

La razón del consumismo es que hay un vacío interior que no está satisfecho y quiere ser satisfecho con cosas vánales más no espirituales. Por esta razón, quiero mencionar lo siguiente:

La cultura del relativismo es la misma patología que empuja a una persona a aprovecharse de otra y a tratarla como mero objeto, obligándola a trabajos forzados, o convirtiéndola en esclava a causa de una deuda. Es la misma lógica que lleva a la explotación sexual de los niños, o al abandono de los ancianos que no sirven para los propios intereses. Es también lógica interna quien dice: dejemos que las fuerzas invisibles del mercado regulen la economía, porque sus impactos sobre la sociedad y sobre la naturaleza son daños inevitables. Si no hay verdades objetivas ni principios sólidos, fuera de la satisfacción de los propios proyectos y de las necesidades inmediatas, ¿Qué límites pueden tener la trata de seres humanos, la criminalidad organizada, el narcotráfico, el comercio de diamantes ensangrentados y de pieles de animales en vías de extinción? ¿No es la misma lógica relativista la que justifica la compra de órganos a los pobres con el fin de venderlos o de utilizarlos para experimentación, o el descarte de niños porque no responden al deseo de sus padres? Es la misma lógica de -usa y tira-, que genera tantos residuos sólo por el deseo desordenado de consumir más de lo que realmente se necesita. Entonces no podemos pensar que los proyectos políticos o la fuerza de la ley serán suficientes para evitar los comportamientos que afectan al ambiente, porque, cuando es la cultura la que se corrompe y ya no se reconoce alguna verdad objetiva o unos principios universalmente válidos, las leyes sólo se entenderán como imposiciones arbitrarias y como obstáculos a evitar.[1]

Y no solamente las leyes, también la ética y los principios morales de lo que es correcto para nuestra propia felicidad se vuelven cadenas que atan nuestra libertad, cuando en realidad la falta de ética en nuestra vida es lo que nos vuelve esclavos de vicios superfluos- un consumismo desmedido, derrocamiento de dinero e interés en cosas materiales. Como dice San Agustin: “No digas que el tiempo pasado fue mejor que el presente; las virtudes son las que hacen los buenos tiempos y los vicios los que los vuelven malos.”

Por todo ello, creo importante resaltar la importancia de ser personas virtuosas y buscar ser mejores seres humanos si deseamos un mundo mejor. La virtud de la prudencia es la virtud de la inteligencia, habito de decidir bien, una persona con criterio capaz de no dejarse llevar el momento. La segunda virtud, la justicia: sentido del deber, de ser justos con los demás y de no dominarnos por el egoísmo que nos dicta buscar nuestro propio bienestar por encima de los demás. Juan Luis Lorda nos dice: “A veces nos lo recuerda la propaganda de artículos de lujo: “usted –nos dice- se merece este reloj de oro. Pero no se trata de eso. Cada persona tiene no solamente el derecho sino también el deber de cuidarse física y espiritualmente. Cicerón decía: no hemos nacido para nosotros mismos; una parte de nosotros nos la reclama la patria (la sociedad) y otra, nuestros amigos (y nuestra familia). Es así. El ser humano es un ser social que con-vive, es decir que vive junto con otros, por eso una parte muy grande de nuestra vida y de nuestros deberes tiene que ver con los demás. De ahí proviene la virtud de la justicia”.

Tercera virtud, la fortaleza: habito de controlar el ánimo para afrontar las grandes tareas y resistir mejor las dificultades y los embates de la vida. Y es el amor nuestra mejor arma para practicar esta virtud, porque es el amor que nos da mucha fuerza, valentía y coraje para enfrentar cualquier situación difícil. Y por último, la templanza como Sócrates bien lo explica: es ser templado y señor de uno mismo, y dominar en sí mismo las pasiones y los placeres. Lorda dice que una persona que no sabe medirse y ser razonable en la comida, en la bebida, en el sexo, o en cualquier otro gusto, se hace daño, se acostumbra a no controlarse; acaba perdiendo su libertad.

Por lo tanto, sin estas cuatro virtudes ¿Cómo podemos esperar vivir en un mundo mejor si ni en nuestra propia vida somos capaces de vivir un mundo en el que gobierne la verdadera virtud de hacer lo correcto en todo momento?

 

 

[1] https://www.aciprensa.com/Docum/LaudatoSi.pdf