Durante la Semana Santa de este año (2023), tuve la oportunidad de visitar un hermoso lugar llamado Casa Esther. Una casa hogar que trabaja con madres gestantes que tienen embarazos en crisis, donde inician con un proceso de restauración integral, trabajando las áreas espiritual, física, emocional, intelectual y vocacional. Me quedé allí por tres días apoyando a parte del equipo de JUCUM, especialmente el ministerio Provida, quienes estuvieron dando capacitaciones a las mujeres que están allí actualmente.

Yo estuve colaborando en diferentes momentos del proceso de capacitación y dirigí un momento artístico, pero especialmente tuve el privilegio de ayudar interpretando para una misionera de Inglaterra, tanto de inglés a español para las mujeres, como de español a inglés para ella, quien estuvo en las mañanas de los tres días junto a una de las voluntarias de JUCUM, para enseñar sobre la historia personal de vida y las emociones.

Las madres que estuvieron presentes pudieron recibir conocimiento sobre la cosmovisión bíblica, el amor a Dios, a ellas mismas y a los demás, y cómo hacer su proyecto de vida en las tardes; mientras que en las mañanas aprendían sobre salud y sanidad emocional, mental y espiritual. Fue un tiempo de mucha revelación respecto a mentiras que podían estar creyendo y cuál es la verdad, teniendo en cuenta lo que Dios dice de ellas. También hubo momentos de alabanza y oración, e incluso un tiempo de recibir una limpieza facial para recordarles que deben cuidarse y valorarse.

Además de todo esto, tuve la posibilidad de recorrer la casa hogar y conocer más sobre lo que se hace allí. Hay todo un proceso con cada mujer que puede durar aproximadamente un año y medio, en el que, además de lo que mencioné al principio, a las madres se les capacita en diferentes aptitudes para que al salir puedan conseguir un trabajo estable y sostenerse económicamente a ellas mismas y a sus hijos, los cuales nacen mientras ellas se encuentran en el hogar. También se les apoya en sus estudios actuales, el bachillerato en caso de que no lo hayan terminado, o algún estudio de educación superior.

Asimismo hay en el lugar una huerta, con la que les enseñan a las mujeres a sembrar y luego a cocinar con verduras para ellas y sus hijos. El desarrollo de la huerta también sirve para educarlas en el tema de la paciencia que conlleva un proceso como el que ellas mismas están teniendo, con la ilustración de sembrar una planta, cuidarla y verla crecer con el tiempo. El hogar se encarga de cubrir todos los gastos de las mujeres y sus bebés por medio de donaciones. A ellas se les da una bienvenida muy emotiva, y reciben un acompañamiento muy completo durante todo el tiempo que viven internas allí. Salen egresadas con una salud integral buena y la seguridad de poder continuar su vida y cuidar bien de sus hijos.

Al finalizar todas las capacitaciones, las mujeres quedaron muy agradecidas con todo el proceso y el conocimiento que obtuvieron. Se hizo una clausura donde ellas pudieron compartir valiosas conclusiones de lo aprendido, la más importante para ellas siendo que en ese hogar  no están atrapadas, sino protegidas, y que cuando salgan de ahí será para ir a un mejor lugar.

Pienso que el trabajo que hace Casa Esther es muy bello y valioso para la sociedad actual permeada por la idea de que el aborto es la única solución a un embarazo en crisis, muestra que hay esperanza para decirle “sí” a la vida.