(Respuesta a la columna “El aborto y la paradoja del perdón”)

Estimado Dr. Blancarte,

            Le escribo esta carta después de haber leído con atención su columna titulada “El aborto y la paradoja del perdón”, publicada en el periódico Milenio el pasado 29 de noviembre del año en curso (1). Creo que conviene hacer, de forma muy respetuosa, diversas acotaciones a su texto que, aunque es corto, expresa muy duramente varios juicios de valor.

            De inicio, quiero recordarle la responsabilidad moral que tiene todo columnista —y más uno de su estatura académica—, pues es grave realizar afirmaciones como las que plasma en su texto sin ningún tipo de fundamento. En efecto, si bien comienza explicando que existen mujeres encarceladas por aborto con duras sentencias, continúa relacionándolo con médicos católicos y conservadores, con una “enorme contraofensiva del episcopado católico mexicano y grupos de ultraconservadores”, e inclusive llega a señalar que “es un crimen que se persigue con mayor fuerza, celeridad y eficacia que muchos otros delitos”. Todos estos juicios son completamente arbitrarios, pues no presenta ningún tipo de prueba que los acredite. Y si por alguna razón llegase a argumentar que todo esto es “evidente”, lo único que se está haciendo es defender una falacia basada en perjuicios.

            Dejando de lado lo anterior, en otra parte de su escrito califica de “revoltijo jurídico” lo causado por las reformas que defienden la vida desde la concepción hasta la muerte natural; pero este mismo argumento podría usarse contra las reformas que modifican el matrimonio para incluir a las personas homosexuales. El problema aquí es que en ambos casos no se puede ignorar que México es una república federal, con estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior (artículo 40 constitucional). Esto ciertamente crea un entorno complejo, donde las categorías de las leyes y sus relaciones deben ser estudiadas con detenimiento; pero es parte del ser de nuestra nación desde hace casi cien años. Así, parece erróneo criticar el “revoltijo jurídico” causado por la defensa de la vida en las constituciones estatales, cuando no es más que la expresión de la voluntad de las entidades federativas, completamente natural en un Estado federal.

            Por último, quiero hacer referencia a la “obligación” de los obispos de “presionar a gobernadores y legisladores para que despenalicen el aborto y que (…) indulten de manera inmediata a las pobres mujeres encarceladas”. Esto lo señalo porque es una verdadera incongruencia que primero se excluya a la Iglesia en general (incluyendo a los laicos) de todo el debate público (por ejemplo, cuando se habla de familia); pero que después se toma una expresión de misericordia como el fundamento para establecerle una “obligación” de labor pública. Y no es que los miembros de la Iglesia vayamos a hacer o dejar de hacer porque así lo dicen los columnistas de los periódicos, pero parece ser hasta esquizofrénico que en un artículo se critique la “Impunidad del alzacuello” (2), y en otro se exija acción política al episcopado (“si hay un mínimo de congruencia”).

            Le reitero que todos estos comentarios los realizo de manera respetuosa, entendiendo que un columnista de su nivel académico podrá comprender que estas acotaciones sólo buscan enriquecer el debate por encima de falacias, perjuicios e incongruencias.

Atentamente,

Lic. J. Francisco Macías C.

(1) La columna puede ser consultada en el siguiente link: http://m.milenio.com/firmas/roberto_blancarte_perdon_pero/aborto-aborto_perdon-silencio-otras_opciones-milenio_18_856894343.html

(2) “Impunidad del alzacuello”, por Roberto Blancarte, publicada el 25 de Octubre, 2016. http://www.milenio.com/firmas/roberto_blancarte_perdon_pero/TEPJF-elecciones-constitucion_mexicana_18_835896417.html