El pasado 25 de mayo se conmemoró un nuevo aniversario de la conocida Revolución de Mayo, acontecida en el año 1810. Este suceso marcó un antes y un después en la historia argentina

La Revolución liderada por referentes como: Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Juan José Paso, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti,  Domingo Matheu, Juan Larrea y Cornelio Saavedra fue el puntapié inicial para el largo proceso de liberación argentina del poder colonial español.

Sin embargo, los festejos multitudinarios en Plaza de Mayo, no buscaron conmemorar este suceso. Dichos festejos, en cambio, tuvieron el objetivo de alimentar una engañosa ilusión del partido Kirchnerista.

El pasado 25 de mayo de 2023, la ex-presidente Cristina Fernández de Kirchner, convocó a gran cantidad de seguidores para conmemorar la fundación del partido kirchnerista en el 3 de mayo del año 2003. De acuerdo a su lógica interna, este día representa para el kirchnerismo la verdadera “Revolución de Mayo”. La “liberación” argentina del órden “neoliberal” del mundo noratlántico y el surgimiento del único partido capaz de hacerle frente a los intereses foráneos sobre la patria.

Revisando la historia reciente desde aquel 3 de mayo, no obstante, son muchos los aspectos que nos hacen dudar de la veracidad de esta creencia del kirchnerismo.

En primer lugar, resulta difícil pensar en una “liberación nacional” comandada por el kirchnerismo cuando, al día de hoy, se ha creado un culto a la personalidad de la ex-mandataria Cristina Fernández que -lejos de fomentar un orden patrio productivo- ha generado un gran obstáculo a la hora de pensar distinto a la centralidad del Peronismo Kirchnerista hegemónico.

En segundo lugar, esa “liberación” de la que se habla, no es posible de pensarse en términos de política exterior macroeconómica. Pues, pese a la promesa del Kirchnerismo de la “industria nacional y popular argentina”, hoy en día la Argentina es un país que se caracteriza por complicar el surgimiento y la mantención de una industria propia, fuerte y eficiente. Esto tiene su respuesta tanto en el castigo a las PYMES vía imposiciones arancelarias impagables como en el aumento de la deuda externa nacional.

Y en tercer lugar, la “liberación” a la que el Kirchnerismo prometió llevarnos es imposible de pensar pues ni siquiera dentro del propio partido puede hallarse una “libertad” (entendida sobre todo como falta de impedimentos a la toma de decisiones personales). Si uno observa la estructura interna del Kirchnerismo, tan solo puede apreciarse como lejos de ser un partido que “libere” a sus miembros, los encadena tanto al culto a la personalidad de Cristina Fernández de Kirchner como a la toma de decisiones y al seguimiento de políticas específicas e inamovibles. Todo con el fin de garantizar el salvataje de la imagen política de la ex-presidente nacional.

Por estas y otras razones, el acto ocurrido en Plaza de Mayo, en el día nacional de la Revolución de Mayo representa, cuanto menos, un engaño y falta de respeto a la historia. Representa una mofa tanto al coraje y la osadía de aquellos próceres que dieron pié al proceso de independencia y liberación argentina de la Metrópoli española, como un engaño a la población general nacional sobre las intenciones del partido kirchnerista.

Y, más que nada, representa un triste reflejo de la Argentina y el porqué de su situación actual: sumergida en la pobreza, el desempleo y los procesos inflacionarios, precisamente por dejarse vender cualquier medida y cualquier partido como si fuese el “maná” caído del cielo o el “libertador” venido del más allá para liberarnos de las ataduras y ayudar a nuestro desarrollo político, económico, social y cultural.

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