A veces es difícil comprender que el acontecimiento más trascendental de la humanidad haya acaecido en la humildad de un pesebre, rodeado por el frío intenso de una noche invernal, sin más amigos que el silencio crepuscular. Es por eso que la historia viva de Belén podría resumirse en una simple pregunta, con una peculiar respuesta… ¿El trono del Hijo de David? Una sencilla cuna de paja desde donde iluminar al mundo.

“No sirve de mucho la riqueza en los bolsillos, cuando hay pobreza en el corazón”(Papa Francico)

El Tesoro de la FamiliaNavidad 25 Familia

Dios se hizo niño entre nosotros, abrazando la pobreza de sus padres y rechazando la riqueza y el poder de los hombres.

Un pequeño niño en los brazos de las dos personas más completa de la creación: José y María. Es esa su gran riqueza, una hermosa y acogedora familia, el tesoro más preciado que una persona pueda tener.

En esa noche de Belén el misterio del amor de Dios se hizo carne en Jesús, la ternura de un niño y la omnipotencia celestial se fundieron en la persona de Dios Hijo.

“Estando ellos allí, le llegó la hora del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había encontrado sitio en la posada. Había unos pastores en la zona que cuidaban por turnos los rebaños a la intemperie. Un ángel del Señor se les presentó. La gloria del Señor los cercó de resplandor y ellos sintieron un gran temor. El ángel del Señor les dijo: -No teman. Miren, les doy una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy ha nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. (Lucas 2, 6-12) 

El Mensaje que nos Enseña Jesús

…Decidió nacer libre de riquezas para acoger a todos en su corazón. En la soledad de un pobre pesebre, para que las personas sean el verdadero centro del amor y no las cosas. Este es el mensaje que desde la pobreza Jesús nos comparte: No atar el corazón a las riquezas del mundo, que son vacías y temporales, y que además, nos sumergen en el más profundo egoísmo. Más bien, llenar el corazón con el amor de Dios y enseñarlo por todas partes. Nuestro corazón para los demás.

“Les aseguro que todo lo que no hicieron por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicieron” (Mateo 25:45)