BY: Candela Belén D’Angelo

El pasado domingo 02 de octubre tuvieron lugar las elecciones generales en Brasil para elegir a los futuros presidente, vicepresidente y al Congreso Nacional. En paralelo, se llevaron adelante las elecciones para gobernadores, vicegobernadores estatales, Asambleas Legislativas y la Cámara Legislativa del Distrito Federal de la Nación. Ahora bien, lo paradigmático de estas elecciones es que las mismas enfrentaron a 2 candidatos completamente opuestos, por un lado el actual presidente de derecha: Jair Bolsonaro, quien buscó la reelección, y por el otro lado el ex presidente comunista: Inacio Lula da Silva, quien volvió a la arena política luego de haber cumplido su sentencia en prisión tras los casos de corrupción y lavado de dinero conocidos como “Lava Jato”. 

La previa a las elecciones tuvo en vilo a la mayoría del mundo y numerosos famosos a nivel internacional salieron a apoyar la candidatura de Lula da Silva (a pesar de su dramático historial) en detrimento de la candidatura de Jair Bolsonaro, un presidente que abiertamente ha defendido los valores de la vida, la familia y la libertad religiosa. Luego de la jornada electoral, los reñidos resultados muestran la imposición del ex presidente Lula da Silva en esta primera vuelta de las elecciones por con 5 puntos por encima del actual jefe de Estado, Jair Bolsonaro, pero sin lograr llegar al 50% requerido por la ley, hecho que habilitó una segunda vuelta que tendrá lugar el próximo 30 de octubre. 

Ahora bien, si analizamos los números, esta supuesta “derrota” tiene una cara de victoria para la derecha brasileña, que dio el batacazo a nivel legislativo, donde el actual mandatario pasó a controlar ambas cámaras. A pesar del revés a nivel presidencial, la elección de Jair Bolsonaro a nivel legislativo fue soñada. Todas sus apuestas políticas rindieron sus frutos y decenas de sus más importantes aliados entraron al Congreso. En caso de reelegirse en ballotage, Bolsonaro tendrá la oportunidad histórica de llevar su agenda al Congreso e impulsar algunos de sus proyectos más ambiciosos. Por el contrario, en caso de imponerse Lula, tendrá un muro en el Congreso que le hará muy difícil gobernar y que continuará defendiendo los valores occidentales ante el avance de la izquierda. Aún hay esperanza para Brasil. 

 

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