El pasado domingo 13 de agosto se desarrollaron las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (P.A.S.O) en la Argentina y, con ello, un suceso histórico tuvo lugar en la esfera política nacional.

El candidato “outsider” Javier Milei, por el partido libertario “La Libertad Avanza”, resultó vencedor en las P.A.S.O con un 30,04% de los votos, superando al candidato por el oficialismo de “Unión por la Patria” Sergio Massa -21,40%- y a la candidata de Propuesta Republicana (PRO) -16,98%- quienes, a priori, partían como los máximos candidatos a ganar los comicios primarios. Un candidato ampliamente criticado por sus polémicas propuestas de campaña, entre las cuales destacan: la dolarización del sistema monetario, la reducción masiva del gasto público -a través de renegociaciones salariales estatales y eliminación de varios ministerios- y su fuerte rechazo hacia la obligatoriedad de la Educación Sexual Integral y la Ley del Aborto

Pues bien, a raíz de estos resultados en las P.A.S.O, que suponen un duro golpe para los partidos tradicionales hegemónicos de la política argentina (a saber: el Kirchnerismo y el PRO), es posible sacar dos conclusiones diferentes aunque estrechamente ligadas entre sí.

Por un lado, la culminación y el apogeo de lo que, durante años, se ha denominado como el “Fenómeno Milei”. Siendo este un cambio paradigmático en la política partidaria nacional, caracterizado por el resurgimiento de las ideas del Liberalismo y la Derecha en la Argentina -así como el aumento exponencial de afiliados y seguidores al Partido Libertario y afines-. Sus orígenes se remontan al año 2016, más específicamente al 26 de julio de dicho año, en donde en el programa de entrevistas “Animales Sueltos”, haría su primera aparición en los medios el entonces ignoto economista Javier Milei.

Desde allí, comenzaría a llamar la atención de la sociedad argentina -y particularmente de los jóvenes- por aspectos como: su particular peinado, su apariencia formal y, sobre todo, su ferviente defensa de los postulados del Liberalismo a base de argumentos estadísticos combinados con un estilo de debate frontal y, por momentos, agresivo y hasta plagado de insultos hacia “la casta política”. Si bien en los primeros años su relevancia no paso más que a la de una “controvertida figura mediática”, con el correr de los años comenzaría a gestar en la juventud argentina un fuerte sentimiento de apego a sus ideas, entendiendo los jóvenes a Milei como un líder “carismático, revolucionario y con ideas frescas” frente a los agotados modelos de los partidos políticos tradicionales.

Esta escalada en su imagen positiva, permitiría a Milei construir alianzas con sectores afines a partir de 2019 y 2020 con la pandemia por Covid-19- hasta, eventualmente, obtener el suficiente crédito de popularidad para presentarse como candidato y ganarse el cargo de Legislador en el Congreso Nacional de la Argentina en 2021. Con este primer gran salto obtenido, Milei dedicaría los próximos meses y años terminando de definir su estructura política y los bosquejos de su campaña electoral de cara a las elecciones de este 2023, siendo criticado por amplios sectores por sus recurrentes faltas y retiros de las sesiones del Congreso Nacional.

Con las elecciones P.A.S.O concluídas, con él como ganador y poseedor de una gran ventaja de cara a las elecciones definitivas en octubre, todo ese largo proceso ve su clímax y realización con una alta posibilidad de que sea él quien asuma el próximo 10 de diciembre coml sucesor al actual presidente Alberto Fernández.

Y por el otro lado, puede concluirse que los resultados de las P.A.S.O representa el más fiel reflejo de una sociedad argentina agotada, empobrecida y, más que nada, derrotada que se encuentra harta de los partidos políticos tradicionales que, por décadas, se han turnado para gobernar la nación empeorando su situación económica, su credibilidad y su imagen a nivel internacional.

De acuerdo a un estudio del Observatorio Político Electoral de la Universidad Nacional de Rosario, este masivo caudal de votos hacia el candidato libertario tiene su expresión en los llamados “votos bronca”, es decir votos castigo hacia los candidatos de las fuerzas hegemónicas como señal de descontento, con el solo objetivo de evitar que ganen las elecciones.

Más de 20 años de políticas recicladas, estiradas y forzadas por los partidos políticos tradicionales generaron en la población promedio de la Argentina un profundo rencor y sentimiento de asco hacia la política partidaria y hacia la toma de decisiones bajo la idea de que toda intromisión en busca de un cambio es inútil y solo conlleva a más problemas.

Las conclusiones expresadas no pueden sino demostrar otra cosa que un panorama sombrío y desolador para la Argentina, donde el trabajo a hacer para retomar la confianza de la población en la política deberá ser árduo.

Para nosotros, argentinos, solo nos queda esperar a octubre para, tras las elecciones generales, ver a nuestro futuro presidente y esperar que, de un modo u otro, pueda encaminar el camino hacia el verdadero cambio de una vez por todas.