Durante el mes de marzo de este año (2023), misioneros de la organización Cru, de Colombia y Estados Unidos, estuvieron en el departamento de La Guajira, Colombia, para llevar a la comunidad de los indígenas Wayuu un rayo de luz esperanzadora. Lo hicieron junto a la organización Filter of Hope, que tiene como misión llevar agua limpia y compartir el amor de Dios a personas que necesitan ambas cosas. El objetivo de esta misión era llevar a las familias de aquella comunidad filtros para potabilizar el agua y compartirles el evangelio.

Al llegar a las comunidades, personal de una iglesia local se encargó de guiar a los misioneros hacia las familias. Ya estando con ellas, comenzaban conociéndose unos a otros y preguntándoles sobre su experiencia con el agua del lugar. La mayoría respondió que no tenían agua potable y que el agua que consumían les causaba diversas enfermedades como diarrea, vómito y problemas en la piel. Luego los misioneros procedían a la instalación del filtro de agua en ese hogar, mientras les explicaban cómo funciona y el proceso de limpieza. Al finalizar esa etapa se iniciaban conversaciones espirituales con ellos por medio de preguntas para saber qué conocían sobre Dios, y así se llegaba a la presentación del evangelio.

Los filtros que se entregaron tienen un costo aproximado de 40 dólares cada uno, y el kit para un filtro es tan pequeño que caben varios en una mochila. Pueden durar hasta 10 años si se les limpia frecuentemente, y purificar hasta 250.000 galones de agua. En una semana se entregaron 80 filtros, se tuvieron 143 conversaciones espirituales y 50 personas recibieron a Cristo. 70 personas ya eran cristianas y muchas de ellas pudieron reafirmar su fe.

Además de de la alegría y esperanza que recibieron las familias de la comunidad Wayuu en las rancherías de Riohacha, fue una experiencia enriquecedora también para los misioneros, quienes pudieron contrastar la realidad que se vive en esa zona de Colombia con sus propias vidas, viendo cómo estas personas vivían con menos de lo básico. También se dieron momentos de sanidad interior tanto para misioneros como habitantes de la región en el mismo espacio. Pudieron reflexionar y agradecer a Dios por su obra.

Esta misión es una evidencia de que el evangelio es algo práctico y no solo teórico. Las personas allí tuvieron la oportunidad de conocer a Jesús a través de la analogía de la limpieza del agua, como un filtro que quita nuestro pecado a través de su muerte. Los misioneros pudieron poner en práctica la misericordia y la compasión hacia estas personas, mostrándoles el amor de Dios de manera tangible, y llevando salvación a su vida, tanto física, como espiritual.