En el marco de la quincuagésima sesión de la Comisión sobre el Estatus de la Mujer, la cual se está llevando a cabo actualmente en la ciudad de Nueva York, me parece pertinente tocar algunos temas acerca del término feminismo; Como también la necesidad de resaltar su estrecha unión con la llamada ideología de género.

En sentido estricto, el término feminismo se refiere a “lo que es relativo a lo femenino”, sin embargo Charles Fourier (pensador socialista de origen francés) fue quien utilizó el término como sinónimo de la emancipación de la mujer. Podemos encontrar varias definiciones, según las diferentes vertientes de pensamiento, entre ellas la de la Real Academia Española: “doctrina social favorable a la condición de la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados hasta ahora a los hombres”. O la de Karen Offen: “ideología y movimiento de cambio socio político, fundado en el análisis crítico de los privilegios del varón y la subordinación de la mujer en cualquier sociedad dada”.

Para entender el término feminismo, basados en la historia del mismo, se puede decir que “el mismo cuestiona el patriarcado y el dominio del varón en la cultura, y que busca nuevas alternativas a este modelo de organización social, también incluye la lucha por la libertad de las mujeres y la conexión con el movimiento feminista a lo largo de la historia”. (Los Derechos Humanos en México, página 138)

Aunque definitivamente la lucha por la igualdad de derechos, en términos de hombre y mujer, ha sido derivada de condiciones reales de discriminación, el feminismo de las últimas décadas ha marcado un discurso extremadamente radical. ¿Qué significa esto? esta nueva ideología, o forma de pensar, “ha promovido una visión absolutamente deformada e incorrecta del papel de la mujer en la historia y de su posición en las distintas civilizaciones” (Los Derechos Humanos en México, página 139)

¿Cuál es el discurso predominante y la idea que se le quiere establecer en la mente a las mujeres? Marx y Engels definen la familia como la primera célula de la sociedad en la que se produce una clase de explotación: la que supuestamente se da inexorablemente entre el hombre y la mujer. El feminismo radical ve la lucha de sexos (tanto en las relaciones afectivas como en otros ambientes de la sociedad), equivalente a la lucha de clases en la sociedad.

La visión emancipadora de la historia en la utopía del marxismo se realiza en una sociedad sin clases; En el feminismo radical esto se realiza en la sociedad sin sexos, quedando únicamente géneros. Esta nueva visión de la sexualidad se desliga completamente de la procreación, y en palabras de Focault es “una construcción social que no viene determinada por la naturaleza, sino como un dato biológico escasamente relevante”.

Las tres premisas que señalan su radicalidad son las siguientes:

1. Interpreta lo que era antes discriminación, como opresión.

2. Interpreta la historia no como una lucha de clases, sino como una lucha de sexos.

3. “Lo privado es lo político”.

“La noción de género nace a partir de la idea de que lo femenino y masculino no son hechos naturales biológicos, sino construcciones culturales. En consecuencia considera que los hombres y las mujeres nacen sexualmente neutrales y adquieren uno y otro género según el papel social y cultural que participen.”  (Los Derechos Humanos en México, página 142).

“La ideología de género, presente en Pekín en 1995, parte de la idea de obtener revolucionariamente una sociedad sin clases, sin sexo. Para ello es necesario deconstruir el lenguaje, las relaciones familiares, la reproducción, la sexualidad, la educación, la religión. En este aspecto, es fundamente como objeto para su posterior reconstrucción destruir la idea del matrimonio heterosexual, es decir, no establecer a priori el matrimonio como una unión entre sexo masculino y femenino, sino, por el contrario, se busca poder asimilarlo como una unión entre géneros que dé lugar a un nuevo tipo de familia, cuya visualización utópica más querida sería la familia comunal”. (Los Derechos Humanos en México, página 142).

Con esto queda claro que el objetivo fundamental del feminismo radical, lejos de buscar la igualdad en cuanto a derechos entre hombre y mujer, es la de deconstruir la sociedad desde su elemento más importante, la familia, y por ende la persona humana. Desligando al ser humano de sus rasgos más esenciales, en la dualidad de hombre y mujer, estamos perjudicando profundamente la antropología humana. Si no existe dualidad, no existe persona, no existe familia y por lo tanto no existe sociedad.

La pregunta es eminente ahora… ¿hacia dónde vamos?