¿Somos los que criticamos a la sociedad actual sin hacer ningún cambio por ella o somos de las personas que cuestionamos la cultura actual y vivimos de forma diferente para hacer un mundo mejor?
Muchos países en América Latina aún tienen leyes que protegen la vida de la persona. Por ejemplo, en mi país Guatemala el artículo 3 de la constitución establece el derecho a la vida determinando que el estado garantiza y protege la vida humana desde su concepción, así como la integridad y la seguridad de la persona. En países como este y en muchos otros, a pesar que existen leyes que protegen a la persona y que aún no hay legislación que permite el aborto y la eutanasia, si existen programas de gobierno y de organizaciones no gubernamentales que atentan contra la familia y la dignidad de la persona como lo son los programas de educación sexual “integral”, la promoción de la anticoncepción y la generación de un feminismo radical. Por otra parte se está originando dentro de los jóvenes un cambio de pensamiento más liberal y laicista que eventualmente va a repercutir en las leyes de los próximos años. Por otra parte los gobiernos asumen compromisos políticos nacionales e internacionales que comprometen al país a cumplir este tipo de programas generando así presión para legalizarlos en un futuro.
En los últimos meses del 2014 pude compartir con diferentes personas que defienden la vida y la familia en otros países de América en donde el aborto, la educación sexual y otros comportamientos son legales y financiados por el gobierno, pero lo más importante es que son aceptados y promovidos por la sociedad. A muchas de estas personas les he preguntado ¿Qué podemos hacer en países como los nuestros en donde aún tenemos una reserva moral, en donde aún no tenemos leyes tan liberales, en donde los padres aún tienen el derecho de educar a sus hijos? ¿Qué hubieran hecho distinto en sus países si tuvieran la oportunidad? La respuesta de la mayoría ha sido “educar a la juventud, empoderarla con la verdad”. Una persona me dijo que lo más importante son los jóvenes porque ellos van a ser los que tomarán las decisiones el día de mañana y a los adultos se les ha olvidado eso. Alejandro Bermúdez, director del periódico digital ACIPRENSA, nos decía que debemos lograr influir en el sistema educativo y llegar a quienes son influyentes y generan cultura en una sociedad.
Si bien es cierto que la protección jurídica de la vida y la familia es de gran relevancia en estos temas y que la ley es fundamental en una sociedad, tenemos que tener claro que una ley por más que exista no va a generar cambios trascendentales si la sociedad no genera una cultura que avale ese ley, la promocione y le de vigencia. Es por eso que una de las conclusiones a las que he llegado durante este tiempo es que debemos trabajar en la ideas y lograr generar cultura en las nuevas generaciones. Esta nueva cultura, a la que Juan pablo II le denominaba la “Cultura de la vida” debe ser transformadora, en donde los jóvenes estén empoderados con la verdad para ser realmente libres en sus decisiones.
El hecho que no estén sucediendo cosas tan obvias como la legalización del aborto, no significa que estemos bien como sociedad, pues las ideas poco a poco van cambiando la concepción en las personas de lo que es bueno y malo, y en un parpadear de ojos estaremos viendo cosas que nunca imaginamos en nuestros países. Es por eso que debemos trabajar para brindarles a los jóvenes las herramientas y las posibilidades para conocer la verdad, que se cuestionen sobre la cultura actual, que no sean los que se dejan llevar por la cultura light en donde todo es relativizado, sino que sean los creadores de ideas innovadoras y distintas a lo que el mundo ofrece. Un joven responsable es un joven libre y un joven libre es aquel que conoce la verdad y la verdad siempre respeta la dignidad de todo ser humano y busca alcanzar su fin último que es el amor.