Siguiendo los datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, podemos observar que para el año 2017 el desempleo general en la República Argentina rozaba el 8,7%, siendo el desempleo en los jóvenes argentinos de entre 16 y 24 años de un total del 24,7%. Es decir: la tasa de desempleo en los jóvenes casi triplicaba a la de la población adulta en general. Esta brecha no hizo más que ampliarse y actualmente (luego de una pandemia y una serie de gobiernos con una administración desastrosa) la Argentina es el país con mayor desempleo juvenil del Cono Sur, aún por encima de Uruguay (24,5%), Chile (16,8%), Paraguay (12,8%) y Bolivia (6,6%).

A toda esta situación se le suma la incidencia de la informalidad en los puestos laborales. En la Argentina el 34% de los trabajadores está en situación de informalidad, pero si se consideran solamente los trabajadores jóvenes, el porcentaje asciende al 60%, esto es lo mismo que decir que seis de cada diez jóvenes que trabajan lo hacen “en negro”.

Llegamos así a la conclusión de que, más allá del desempleo entre los jóvenes, otro de los grandes problemas que acechan es la informalidad. Los jóvenes expuestos a este peligro a menudo ganan el salario mínimo o menos, trabajan por jornadas extendidas, en situaciones insalubres y sin protección social (sin vacaciones pagas, licencias por estudio, por maternidad o paternidad en caso de tener un hijo, ni aportes jubilatorios según las regulaciones laborales en la Argentina). 

Lo terrible de todo esto son las graves consecuencias que esta situación trae aparejada para el futuro de los jóvenes, siendo la informalidad del primer empleo un predictor importante de futuras trayectorias de exclusión. 

 Este el momento donde el gobierno argentino debe apostar al mejoramiento de los servicios de educación (en todos los niveles y con un mayor grado de articulación con el entorno laboral) y brindar las herramientas necesarias para el desarrollo de su perfil profesional, además de incentivar al sector privado a la expansión para la producción de nuevos puestos de trabajo. Esto resulta fundamental si queremos formar una cultura del trabajo donde los jóvenes puedan poner sus talentos al servicio de la comunidad. 

Bibliografía: