BY: Candela Belén D’Angelo

Como seguramente todos habremos visto en los canales de comunicación, el pasado lunes 03/10 el presidente de Perú, Pedro Castillo, asistió la ceremonia de inauguración del I Encuentro de Jóvenes de las Américas: Perú 2022, en el marco de la 52° Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), acompañado del secretario general de la OEA, Luis Almagro. 

Este espacio, que debería constituir un lugar donde jóvenes hemisféricos debatan propuestas y soluciones innovadoras para lograr una sociedad más justa desde el punto de vista económico, social y político de cara a la próxima Cumbre de la OEA que tendrá lugar del 05 al 07 de octubre, se ha convertido en un espacio más de ideologización donde tan solo se escucha la voz de algunos pocos. 

Desde hace algunos años, somos testigos de cómo numerosos grupos de presión han tomado los espacios correspondientes a los organismos internacionales como la OEA para promover y difundir una narrativa viciada acerca de la idea de “derechos humanos”. Y es que para ellos, por ejemplo, el acceso al aborto debe ser entendido como un “derecho de salud sexual y reproductiva”, cuando en el ámbito del Derecho Internacional (según el Programa de Acción para el Cairo 19942 y la Plataforma de Acción de Beijín de 19953) se ha acordado excluir el “acceso al aborto” como un derecho de salud sexual. Este avasallamiento de la ley constituye una amenaza enorme, no solo porque intrínsecamente busca difundir como derecho una práctica que lesiona la vida y la dignidad del ser humano, sino porque también de esta forma se busca promover ideologías sin respetar la autonomía de los Estados, correspondiente a su soberanía en el territorio nacional. 

Otra de las amenazas latentes presentes en la Declaración de la OEA del presente año lo constituye la idea que se ha difundido acerca de los derechos de las mujeres en toda su diversidad, donde se busca redefinir la idea de lo que significa “ser mujer” para que esta incluya a aquellos hombres que se autoperciban como tal. Adicionalmente, se exige a los países el uso de sus recursos económicos, que deberían estar destinados a la solución de problemáticas reales, para la institucionalización de estas prácticas. 

Por último, en otro de los apartados del texto correspondiente a las resoluciones de la OEA se busca impulsar a los países a eliminar la “estigmatización” frente al ejercicio de la sexualidad en menores, incluyendo las decisiones irreversibles de transición o cambio de género, siendo esta una de las propuestas que mayor peligro suponen por la relativización que se hace acerca de la sexualización de los niños. 

Invitamos, una vez más, a nuestros representantes a levantar la voz en contra de la ideología, a proponer políticas públicas que apunten a la resolución de problemas reales, basadas en los valores de la libertad y la dignidad de la persona, y a hacer lo que tienen que hacer: representar la verdadera voz de los ciudadanos.

Fuentes:

  1. Programa de Acción del Cairo, No 8.25.
  2. Programa de Acción del Cairo, adoptado en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, Septiembre 1994. 
  3. Plataforma de Acción de Beijing, adoptada en septiembre de 1995.