Toda mujer vale por lo que es, no por lo que tiene o deja de tener. Ese valor que la hace ser lo que es, es su dignidad misma que posee todo ser humano, y que le da el mismo valor a cada uno.

Sin embargo el problema recae en que actualmente la belleza de una mujer es medida en base a los atributos físicos que posea. Cuando en realidad los atributos físicos no miden su inteligencia, su bella personalidad, ni su capacidad para alegrarse inclusive en momentos tristes, ni su amor por quien lo necesita, o su integridad como ser humano.

La palabra integridad, actualmente se ha convertido en un término técnico para referirse a alcanzar la integridad física, social, económica etc. olvidando que la integridad es personal, no algo que se debe esperar que los demás nos lo den sino, algo que cada individuo debe alcanzar mediante sus actos morales que le permita conservar y alimentar su integridad humana. Esto significa, respetarse a sí mismo, respetar a los demás y actuar de acuerdo a lo que es, un ser humano cuya dignidad humana le permita alcanzar su plenitud en la vida- su felicidad mediante sus actos buenos para consigo mismo y para los demás.

He ahí uno de los valores humanos que toda mujer debe practicar para realmente ser respetada y no discriminada. La violencia contra mujer, la igualdad de género, son términos que se han promovido y son temas de moda. Se habla de como disminuir la discriminación, pero no se habla de la educación, de la formación, de promover valores, de integrar a las familias, de promover la vida. Sin todo ello la mujer si no aprende nunca el valor que tiene sino que escucha solamente lo que la sociedad dice: “la mujer debe ser empoderada, la mujer debe tener derechos sexuales y reproductivos”, como se supone que la sociedad aprenda a respetar a la mujer por lo que es, si lo que se promueve es a que sea más que el hombre, a que pueda tener relaciones sexuales a la edad que quiera y con quien quiera, y a que pueda exponerse físicamente como plazca.

El respeto de la mujer debe dejar de ser una lucha por liberar su sexualidad para convertirse en una lucha por la educación a todos los seres humanos para que aprendan y crezcan respetando los valores y dignidad de cada ser humano, no por el sexo al que pertenece, sino porque tanto hombre y mujer deben ser respetados por lo que son- personas con dignidad desde su concepción-, no por lo que poseen o no poseen.

Se quiere luchar contra embarazos no deseados en edad temprana, contra enfermedades de transmisión sexual, contra muertes por abortos clandestinos, contra la violencia femenina, contra la discriminación etc. Pero todo eso, las organizaciones lo desean hacer mediante una liberación de la sexualidad: promoviendo anticonceptivos cuando científicamente se ha comprobado que no eliminan el problema de embarazos, enfermedad ni mucho menos el problema de falta de principios y valores (integridad física, mental, desaparece completamente). Se desea eliminar el problema de muertes por abortos clandestinos, pero ello se pretende hacer mediante la legalización del aborto, cuando el problema no es la legalidad sino el aborto en sí mismo; entonces ¿Por qué no eliminar el aborto, promoviendo educación sobre las consecuencias negativas que tienen las relaciones sexuales en temprana edad? Si en lugar de inculcarles a los niños y adolescentes sobre como tener relaciones sexuales “correctamente”, no se les enseña correctamente lo que es esperar el momento oportuno para tener relaciones sexuales (teniendo en cuenta la responsabilidad que conlleva tener la madurez adecuada para ser padres y madres).

La verdadera libertad de la mujer consiste en ser uno mismo, en tener la libertad de disfrutar lo que es, sin tener la presión social de igualarse al hombre