Seguridad y libertad religiosa en México.

El dolor causado por la violencia que se vive en nuestro país nos ha echo permanecer con un miedo constante y creciente. Solamente en el año 2017 fueron asesinadas más de 29 mil personas, entre las que con dolo se cuentan sacerdotes y líderes religiosos.

Se tiene registrado que en el último sexenio a cargo del presidente Enrique Peña Nieto se han asesinado 24 sacerdotes en circunstancias de violencia con arma de fuego, blanca y asalto casa habitación.

El caso más cercano que viví como ex alumna de un colegio católico benedictino fue el de mi amigo, confidente y confesor el Padre Israel Garrido Omaña OSB. El 13 de Noviembre del 2015 le arrebataron la salud y su libertad a mi querido amigo con varios disparos en todo el cuerpo. Su aparente recuperación fue lenta y dolorosa, tras varias cirugías y cuidados intensivos creímos que la batalla se había librado, pero no fue así. 

El 23 de diciembre del mismo año, tras una llamada, se nos comunicó que la comunidad de la Abadía del Tepeyac se encontraba de luto por el fallecimiento de nuestro querido sacerdote. Los asesinos de mi buen amigo no sabían que al matarlo no solo fue la pérdida humana sino también el acompañamiento, la guía y formación de aquellos que en su vocación de pastores nos cuidan y congregan como iglesia. 

El odio generalizado hacia los cristianos y en sí hacia la fe católica ha provocado un despertar de violencia de gran preocupación pero también una guerra silenciosa sobre verdades incómodas que el mundo y sus dirigentes prefieren ignorar. Mientras que en países como Siria a los cristianos los marcan y los matan al profesar su fe y por la lucha de territorios, en Mexico tenemos una creciente ola de violencia contra los sacerdotes. Hace unos años los cristianos eran perseguidos en nuestro país por la guerra cristera, hoy la historia se repite: según los datos México es el país latinoamericano más peligroso para ejercer el ministerio sacerdotal ( según Centro Católico Multimedia) donde se asegura que los ataques contra miembros de la Iglesia católica han aumentado en los últimos años.

¿Acaso es coincidencia la creciente ola de violencia con los asesinatos de sacerdotes católicos? No, definitivamente no. Y es que no es un problema aislado: a través de los diferentes periodos de gobierno se ha permitido que el país se venda a manos del narcotráfico y del crimen organizado provocando la ruptura desde lo más íntimo de nuestra sociedad. Un país con miedo, es un país vulnerable sin fe.

No se trata únicamente de la libertad que nos merece de poder vivir y predicar nuestra fe sin miedo, sino que el estado debe asegurar nuestra seguridad. Es momento de exigir a nuestro próximo presidente de la República en estas próximas elecciones no solo la libertad de credo sino también la seguridad de todos, por igual; sacerdotes, laicos, religiosos y ciudadanía. Porque merecemos un país sin violencia también nos corresponde saber defender nuestra fe y hacerle frente a lo que nos quite la paz. La vida del Cristiano está llamado a ser símbolo de contradicción en un mundo donde se grita guerra e indiferencia dar testimonio de lucha por la verdad y alzar la voz por el amor porque la verdad, querido lector, nos hará libres y en la libertad está la paz.