Una frase común entre los jóvenes: “lo que mucho abunda, poco vale”. Esta es la premisa que, con gran elocuencia, refleja lo que muchos adolescentes piensan con respecto a la práctica de la sexualidad.

¡Por todos lados hay expresiones de connotación sexual! En los avisos publicitarios que salen por la televisión; en las películas románticas; en las publicidades que se muestran en las vidrieras de las tiendas; ¡en las calles!, especialmente en las chicas que se visten sin cuidar su pudor, como diciendo: “aquí estoy yo, mírenmerosa roja edit 3”; ¡hasta en las plazas cuando uno sale a tomar aire, se pueden observar parejas de novios manifestando a los cuatro vientos lo mucho que se quieren!

Si eso pasa a plena luz del día… No hace falta esforzarse demasiado para discernir que hay una “inflación de sexo”. Con poco dinero se puede comprar en grandes cantidades. Está al alcance de todos, basta con un click para acceder a la pornografía, a veces es suficiente una entrada a un boliche (pues el alcohol hace el resto), otras veces solamente son necesarias algunas monedas para comprar el juguete que permita el acceso al “sexo seguro”.

¿Qué sucedió? El sexo perdió gran parte de su magia, eso que lo hacía un verdadero misterio…, y consigo perdió también su valor. Explica Ricardo Yepes en su obra titulada “Fundamentos de la Antropología”

“El sexo ha pasado a ser algo demasiado poco importante. Por no tomarlo en serio lo tomamos demasiadas veces, en dosis a nuestro gusto. Por eso ha crecido la obsesión por él, puesto que su uso frecuente aumenta el deseo a seguir usándolo, como sucede con todos los placeres”

hoja amarilla seca editY es que… ¡El sexo es un regalo muy valioso para ser menospreciado! Une con fuerza a quienes lo practican, potencia el amor mutuo, pero solo en su justa medida y en su lugar correcto, cuando los corazones se prometen el amor eterno. ¡Es que el sexo necesita un lecho en donde descansar! una promesa de amor perpetuo fruto del amor conyugal. Caso contrario, el sexo no encuentra límites, es fuego que lo devora todo…

“Si nadie lo pone en su verdadero lugar, el sexo se encarga de ocupar todo el espacio disponible. Tenemos demasiado sexo porque se ha vuelto demasiado intrascendente, como sucede con el dinero inflacionario”

Por eso, debemos comprender que el sexo no es un comercio, ¡la persona no es un producto! No es una cosa que puedo consumir cuando se me da la gana y después tirarlo. Entre personas que se aman no existe el “Carpe Diem sexual”, eso de vivir el sexo intensamente, de tal manera de reducirlo a una experiencia lúdica ¡es propio de las personas que se usan! El sexo tampoco es una noche a la luz de las velas, en la que se pueda llegar hasta donde se quiera, y al día siguiente, hacer como si todo sigue igual.

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Sabemos que el sexo vincula a las personas, no solo físicamente, sino también afectiva y emocionalmente, y esto es independiente de la voluntad de sus protagonistas. Quienes lo han practicado alguna vez lo saben. Lo quieran o no, la experiencia sexual siempre “deja algo”. Cuando se abusa del sexo, éste se vuelve estéril ya que queda vacío de amor. Es entonces cuando decimos que el sexo se ha devaluado, ha pasado a ser una moneda de poco valor, un metal de uso común y corriente. En otras palabras, el acto sexual ya “no une como antes”, no hay misterio, es solamente una experiencia más, algo meramente placentero. De ahí la importancia de madurar en el amor, solamente el tiempo es lo que hace a los frutos sabrosos.

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Por otra parte, hay algunos jóvenes que están “un poco locos” y sostienen que: “vale la pena saber esperar”. Consideran que el sexo es un tesoro “sublime”, algo de tamaña belleza para andar manoseándolo. Como si fuese un regalo que no se puede encontrar en los quioscos, ni comprar con dinero. Esta “locura joven” está dispuesta a esperar por un “amor de enserio”, aunque a veces no den las ganas, saben muy bien lo que quieren. Están seguros que el regalo de la espera es mucho más grande: “un amor para siempre”. Los he escuchado decir…

El sexo practicado en el marco del amor conyugal es como el oro que cubre el interior de un cáliz. No se devalúa jamás, y no porque sea oro puro, sino porque contiene algo sublime que lo hace único, una promesa de amor perpetuo.

La decisión que vas a tener que tomar: “ser parte de una locura sana”“dejarte llevar por la moda”. Desde ya, debes saber que el precio en juego será elevado… “Tu libertad”.