Escuchamos hablar de violencia contra la mujer,  violaciones, cultura machista, feminismos radicales, pornografía infantil, trata de personas, eutanasia a niños y ancianos, legalización del asesinato a no natos, sexualidad reduccionista y un sinfín de situaciones parecidas a estas. ¿De qué se trata todo esto? ¿De dónde viene? ¿Cuál es la raíz del problema?

Como humanidad hemos perdido el norte. Hemos perdido la noción de quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Enfoquemos la idea en nuestra naturaleza humana. ¿Qué es un ser humano y de qué está compuesto? Tantas interrogantes que poco nos hacemos, en las que poco reflexionamos.

Soy partidaria de la filosofía personalista, aquella que pone el énfasis en la persona. Porque la humanidad está compuesta de personas, ¿no?  Al menos eso creo yo, me considero persona, y considero personas a todos los seres humanos que conviven conmigo en este planeta, independientemente de su sexo, raza,  estrato social, religión, condición física, circunstancias, contextos e inclusive tendencias o preferencias específicas. Todos y cada uno de los seres humanos que habitamos el planeta tierra somos personas.

Juan Manuel Burgos explica que el elemento clave que define a toda filosofía personalista es que el concepto de persona constituye el elemento central de la antropología, lo cual significa no solo que se utiliza o menciona -algo común a muchas otras filosofí­as-, sino que toda la estructura de la antropologí­a depende intrí­nsecamente del concepto de persona. Entre los temas y perspectivas presentes habitualmente en las filosofí­as personalistas destacan algunos como:

  • Insalvable distinción entre cosas y personas que implica que las personas deben ser analizadas con categorí­as filosóficas especí­ficas y no con categorí­as elaboradas para las cosas.
  • La afectividad se considera una dimensión central, autónoma y originaria que incluye un centro espiritual que se identifica con el corazón.
  • Importancia decisiva de la relación interpersonal y familiar en la configuración de la identidad personal.
  • La cualidad más excelsa de la persona no es la inteligencia sino la voluntad y el corazón, lo que implica una primací­a de la acción y permite dar una relevancia filosófica al amor.
  • Recuperación de la corporeidad como dimensión esencial de la persona que, más allá del aspecto somático, posee también rasgos subjetivos y personales.
  • Existen dos modos de ser persona: hombre y mujer. La persona es una realidad dual y el carácter sexuado afecta al nivel corporal, afectivo y espiritual.
  • La persona es un sujeto social y comunitario, y su primací­a ontológica está contrapesada por su deber de solidaridad.
  • Los filósofos personalistas no conciben su filosofí­a como un mero ejercicio académico sino que buscan la transformación de la sociedad.
  • El personalismo postula una visión trascendente de la vida que se inspira culturalmente en la tradición judeocristiana pero siempre dentro del marco filosófico.
  • El personalismo entiende que la filosofí­a moderna ha conducido a errores relevantes como el idealismo pero también ha aportado novedades antropológicas irrenunciables como la subjetividad, la conciencia el yo o la reivindicación de la libertad.

 

Regresando un poco al primer punto expuesto, y a las interrogantes que se plantearon en un inicio, es conveniente entonces preguntarnos ¿Hasta qué punto los seres humanos nos hemos afanado en tratarnos unos a otros como meros objetos, olvidando nuestra naturaleza de sujetos integrales? ¿Qué situaciones o contextos nos han llevado a pensar y actuar de semejante forma? ¿Nuestra calidad de seres imperfectos es una excusa válida para cometer semejantes atrocidades unos contra otros?

Situaciones como la violencia contra la mujer, violaciones, cultura machista, feminismos radicales, pornografía infantil, trata de personas, eutanasia a niños y ancianos, legalización del asesinato a no natos y sexualidad reduccionista, entre otras, son únicamente la punta del iceberg. Son las consecuencias palpables y tangibles de una sociedad que ha olvidado su naturaleza de ser persona, de ser humano, de ser integral. ¿Estamos condenados a seguir viviendo de esta forma? ¿A seguir creando patrones de conducta alejados de nuestra naturaleza humana? ¿A seguir justificando acciones erradas por nuestras ansias, deseos personales y egoísmos? ¿Hasta dónde tendremos que llegar para entender que hemos estado actuando de manera incorrecta por tanto tiempo? ¿Cuál será el “tocar fondo” de la humanidad?

Siento escalofríos y terror al hacerme todas estas preguntas y saber que no estoy ni cerca de poder encontrarles una respuesta atinada. Pero de la mano del miedo siempre tengo esperanza; esperanza que así como yo existen más personas que intentan vivir una filosofía de vida personalista, la cual en ocasiones puede ser tachada de ilusa y utópica. Pero que al final de la historia es la única que puede satisfacer hasta cierto punto los anhelos de un corazón que busca trascender, que cree en la bondad del ser humano y que sigue añorando que la humanidad se apasione por la búsqueda de la verdad  y la belleza.

Fuentes:

Filosofía personalista. Juan Manuel Burgos. http://www.personalismo.org/filosofia-personalista/