El adviento (que significa “venida”), es una época de celebración a nivel mundial que precede a la navidad. Es un tiempo de felicidad, en la mayoría de los casos. Música por aquí, luces por allá, y mucha comida. Pero, ¿cuál es el motivo de gozo? ¿Por qué es tan importante esta celebración?
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, […] y se llamará su nombre […] Príncipe de Paz” (Isaías 9: 6). “¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (S. Lucas 2:14) Se celebra un nacimiento, se celebra la vida, y la paz que esa vida representa para el mundo. Se canta incluso en las canciones que gobiernan esta época.
Emanuel, Dios con nosotros, Dios hecho hombre para venir a salvarnos. Eso es lo que se celebra, el hecho de que Jesús, Dios Hijo, naciera en esta tierra, y la obra de salvación que llevó a cabo. Porque ese niño no se quedó siendo niño, sino que creció, predicó el evangelio, murió en una cruz en nuestro lugar para que vivamos eternamente con él, y luego resucitó, venciendo a la muerte de una vez por todas.
La vida es importante para Dios. Lo vemos en el relato bíblico del nacimiento de Jesús, en el encuentro entre María y Elisabet y cómo los bebés en el vientre interactuaron, en el motivo de la venida de Jesús, en todo su ministerio, y en la resurrección. Dios quiso darnos la vida eterna por medio de su Hijo. Él trajo la salvación al mundo por medio de un nacimiento milagroso.
Celebremos el adviento y la navidad por lo que realmente representan: la paz con Dios. Reflexionemos sobre la salvación que nos fue provista y que no podíamos ganar de ninguna manera. ¡Regocijémonos en Dios! Dejemos que Jesús nazca en nuestros corazones y aceptemos su regalo de vida en abundancia. Además, compartamos la paz y el gozo que se nos concede con nuestros familiares y amigos.
Que esta navidad no sea para desgastar nuestra vida con malos hábitos, desesperación y estrés; sino para preservarla con descanso físico, emocional y espiritual, meditando en que nuestra vida le importa a Dios, especialmente nuestra vida eterna.