Los grandes cambios en los medios de comunicación han provocado la era de la
convergencia. Ahora todo está a un clic de distancia: series, películas, podcasts,
música y cualquier otro producto multimedia. Sin embargo, la amplia fluctuación de
información no siempre ha contribuido a un mejor orden social y al fomento de las
buenas costumbres. Hoy en día lo que McLuhan llama “la aldea global” corresponde
a una sociedad en que los medios han contribuido activamente al deterioro de los
valores y a la banalización de los humanos y el cristianismo.

Ahí es donde nos hemos dormido, el nuevo bastión de la comunicación ha sido más
aprovechado por la contraparte, para esparcir vicios, ideas nocivas y no para ser un
vehículo de arte, conocimiento y las bondades divinas. Ésto, sumado a las agendas
que se empujan a través de los medios han culminado en un buffet de contenidos
posmodernistas.

Una de las series más aclamadas del año fue “13 Reasons Why”, la cual se mostró
exclusivamente a través de Netflix. La narrativa engloba la historia de una joven que
se suicidó pero que dejó grabaciones a ciertos conocidos en los que les explica sus
razones. El mensaje subyacente de la serie es muy poco claro, algunas críticas
aplaudieron la forma en que se abordó el tema mientras que otras se opusieron al
contenido supuestamente pro-suicida en los episodios.
Sin embargo acaba de salir un estudio en el cual se afirma la incidencia negativa
que tuvo. El investigador John Ayers de la Universidad de San Diego encontró que
las búsquedas de “cómo cometer suicidio” incrementaron en un 25 % desde el
inicio de la serie.

No sólo eso, el año pasado la acreedora película “La Chica Danesa” cautivó las
pantallas (y los premios) con una narrativa explícita pro LGBT. Los ejemplos sobran,
ahora el héroe de cualquier película dramática o mini serie es ya sea un
narcotraficante o un ladrón; siempre alguien que está por encima de la ley y que
posee un sistema moral digno del übermensch de Nietzsche.

En esos valores(o contra-valores) se ciñe el poscristianismo. La aldea global a
propiciado la viralización de la violencia, el rápido intercambio de pornografía infantil.
La automatización de las relaciones humanas y la deificación de villanos a héroes.
A veces, menos es más. La información a la palma de la mano nos ha
deshumanizado y ha alejado las virtudes de Dios de nuestras vidas. Tenerlo todo al
alcance nos ha hecho más complacientes. Ahora, todo el contenido digital llega más
fácil a nuestros corazones que las propias virtudes divinas.