Es inconcebible pensar que alrededor del mundo siguen existiendo crímenes humanitarios como los de Aleppo. ¿En qué momento dejamos de avergonzarnos por matar a otro ser humano? ¿Cuándo dejamos de ser sensibles ante el sufrimiento de los demás? ¿Por qué no podemos vivir en paz unos con otros, independientemente de nuestras diferencias? ¿Y los civiles? ¿Y los niños de Aleppo? Como Aleppo existen miles de lugares que sufren por la guerra, por la ansiedad de poder de unos pocos. ¿En dónde quedó el respeto por la dignidad de la persona? ¿Hacia dónde vamos como sociedad?
World Youth Alliance lo explica claro y conciso en su Charter:
“[…] la dignidad intrínseca de la persona es el fundamento de los derechos humanos. Creemos que esta dignidad es independiente de cualquier condición humana y que ninguna comunidad humana puede conceder o rescindir esta dignidad. Estamos convencidos que la dignidad humana es intrínseca y poseída por cada ser humano, desde en el momento de la concepción hasta la muerte natural, es el fundamento del derecho de todos a la vida. Creemos que este derecho inalienable a la vida es la base de una sociedad justa y libre. Creemos que la sociedad a través de las leyes y la cultura tienen la obligación de proteger la dignidad de la persona y de esta manera proteger el derecho a la vida.”
Pareciera que en Aleppo, y demás lugares del mundo, la dignidad humana no vale nada. El diario La Nación comentó recientemente “En cuatro semanas, la operación militar en Aleppo costó la vida de más de 450 civiles en el este de Aleppo, de donde huyeron más de 130.000 civiles. Otras 130 personas murieron del lado oeste, que estuvo durante todo el conflicto bajo control del gobierno, pero que también fue ocasionalmente golpeada por dramáticos ataques insurgentes desde el otro lado de la ciudad. “Hay decenas de cuerpos en las calles a causa de los intensos bombardeos dirigidos por las fuerzas del régimen”, dijo el director del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), Rami Abdel Rahman, sobre el saldo de los recientes operativos del gobierno.”
Fuertes imágenes de la devastadora situación recorren el mundo a través del internet. ¿Hasta cuándo? ¿En qué momento recuperaremos la noción de lo que significa ser persona y el valor intrínseco que todos poseemos? ¿Cuánta sangre debe ser derramada? ¿Cuántas lágrimas y dolor? ¿Cuánto sufrimiento? ¿Cuántos niños debemos perder? No es justo, y es desagarradoramente triste.
No pude contenter las lágrimas mientras escribía esta publicación. Nos queda tanto por hacer como sociedad.