Que si se peina bonita o no se peina, que si se pinta las uñas o siempre las tiene al natural, que si usa falda larga o corta, que si se aplica poco, mucho o nada de maquillaje, que si lleva el cabello largo o corto, que si sueña con ser madre o la CEO de una transnacional, que si sabe cocinar y lava los trastos de la cocina o si gasta mucho en tener empleadas domésticas en casa, que si es delicada y sumisa o si tiene carácter fuerte, y la lista podría seguir interminablemente.
Los estereotipos en los que muchas veces la sociedad pretende encerrarnos a las mujeres – y no digamos a los hombres – son demasiados como para contabilizarlos. ¿Y es que quién puede encajar completamente en uno de estos? La naturalidad del hombre y la mujer radica intrínsecamente en todos los aspectos de su vida, el ser humano es un ser integral; e independientemente de sus hobbies, forma de vestir, personalidad y carácter – un hombre es hombre, con todo lo que esto con lleve de manera personal, y lo mismo aplica para nosotras las mujeres.
Por ejemplo yo: Soy mujer, tengo 28 años y 9 meses de serlo, y detesto peinarme, por eso prefiero llevar el cabello corto. Eso no quiere decir que no me guste verme bien y sentirme bonita, simplemente quiere decir que soy una mujer bastante práctica, ¡y sigo siendo mujer! Me encanta ver el fútbol, las ligas europeas, la Champions y el Mundial, eventos que normalmente los hombres disfrutan más… ¡pero sigo siendo mujer! No me considero una persona delicada, no me molesta embarrarme de lodo o empaparme bajo la lluvia y mojarme el cabello, ¡al contrario! lo disfruto bastante. Pero en contraste soy una persona bastante sensible, me conmueven las cosas más sencillas del mundo y lloro con mucha facilidad, ¡soy una mujer poco delicada y sumamente sensible! No me gusta el vino a secas, a menos que sea un tinto de verano, y siempre prefiero una michelada… ¡y no me siento menos mujer por esto! De pequeña nunca fui fanática de los vestidos, siempre tuve un espíritu aventurero y un alma libre… ¡y en ese entonces también era mujer! En la cocina no me complico la vida, con el pasar de los años me he interesado cada vez más en instruirme y ponerme creativa en el aprendizaje de la creación de ricos platillos, ¡pero si no me gustara cocinar, o no tuviera la habilidad de hacerlo bien, no me sentiría menos mujer al respecto! Prefiero comprar libros que comprar zapatos y bolsas, no me atormentan las libras que llevo encima (aunque si procuro llevar una vida saludable), normalmente no me pinto las uñas y prefiero usar zapato bajo que tacón. Mi color favorito es el morado, mi vestimenta siempre es cómoda antes que “fashion” -eso significa que adoro las playeras, los sudaderos y los jeans- y a la hora de escoger películas soy una “chickflickera” desenfrenada. Mis gustos en música son bastante variados, desde pop en español hasta country en inglés. No tengo rasgos finos, pero si unos hermosos ojos verdes y de un tiempo para acá solo uso calzonetas completas (con o sin six pack en el abdomen). Aveces puedo ser muy ruda y cruda a la hora de hablar y relacionarme con los demás, no me da miedo decir lo que pienso y no me da pena decir que prefiero tener amigos hombres que amigas mujeres (y las pocas que tengo son mujeres excepcionales que rompen el molde en muchos aspectos). Todas estas características son situaciones externas al hecho de que soy mujer, por lo tanto el que existan -o no- poco tiene que ver con el hecho de la naturalidad de mi sexo femenino. Soy mujer, a veces poco femenina, a veces mucho, ¡pero soy mujer!
Hoy 8 de marzo de 2016, quiero que estas palabras resuenen en la mentes de tantas mujeres, poseedoras de ese cromosoma XX en su genética:No somos estereotipos, ¡somos simplemente mujeres! Y ese simplemente no significa que ser mujer es ser “simplona”, al contrario, indica que el concepto y la experiencia de ser mujer es algo complejo, trascendental e incomprensible muchas veces para el ser humano. No estamos en el mundo para pelear por ser como los hombres, ¡al menos a mi no me interesa que me equiparen! Como seres humanos, iguales en dignidad y derechos, merecemos un trato igualitario: salarios con base en capacidades, respeto, igualdad de oportunidades, etc. Pero que no nos llenen la cabeza de ideas absurdas… ¡el hombre es hombre y la mujer es mujer! Cada uno con sus características individuales, que les permiten ser seres complementarios en este hermoso y caótico planeta Tierra.