Es una mentira que los varones no sabemos contemplar la belleza de una mujer, como así también, es una mentira que no sabemos apreciar la ternura que las hace únicas. Sinceramente, sería un engaño pensar que los varones no sabemos apreciar ese don magnífico que las caracteriza: el saber escuchar y mostrar ese cariño incondicional por los demás.
“Porque las bestias no son personas, y no tienen por qué mirarse como tales, ni a las demás. Cuando se miran como simples animales no hacen otra cosa que actuar según su naturaleza. Pero nosotros somos personas, y el cuerpo de cada uno es parte y expresión de su intimidad personal, una intimidad que está hecha para ser amada y respetada” (Miguel G. Santamaría)
Lo que realmente sucede es que los varones estamos “engañados”, muchas veces tenemos en la cabeza la imagen de una mujer a la que podemos usar y tirar cuando se nos dé las ganas, como si fuesen meros objetos de deseos. Es la típica imagen de mujer que nos proporciona la cultura visual de nuestros tiempos, una figura que está exenta de todo amor y respeto.
Por eso, a los varones nos cuesta demasiado mirar a las mujeres de una manera natural y sana. Muchas veces cuando caminamos por la calle decimos por dentro ¡Qué buena que está esa chica!, típica frase que refleja la intención de poseerlas para satisfacer un deseo sexual inminente. Cuando, en verdad, tendríamos que mirar a una chica como diciendo: ¡Qué linda que es! ¡Qué delicada su manera de vestir! Así, manifestaríamos una forma de pensar muy distinta a la anterior, estaríamos reflejando un deseo de admiración honesto y varonil por la belleza femenina.
Es cierto que una mujer esconde un tesoro muy preciado, pero solamente el hombre que sabe contemplar la belleza puede llegar a descubrirlo. Tan solo con una mirada comprendemos que una mujer tiene pechos porque posee la capacidad de amamantar a su bebé durante los primeros meses de vida. De la misma manera, discernimos que una mujer tiene caderas por la necesidad biológica de llevar a su hijo en su seno materno, y obviamente, por la necesidad de darlo a luz.
Con esto no se quiere decir que cuando miramos a una chica lo tenemos que hacer de tal forma que ella nos recuerde la imagen de nuestra madre, ¡esto sería absurdo! Pero sí es virtuoso que cuando miramos a una mujer, a esa chica que nos enamora (ni hablar si es nuestra novia), lo hagamos sabiendo se merece todo nuestro respeto porque probablemente en un futuro cercano sea una mamá con todo lo que eso implica y el respeto que se merecen.
“La imagen de madre es la imagen más sana que tiene un varón para aprender a contemplar la belleza de una mujer”
De este modo, después de un tiempo y casi sin darnos cuenta… Al descubrir la belleza que una mujer esconde en su interior, caeremos en la realidad que hay muchas cosas en las que la mujer es infinitamente superior al hombre… Esos pequeños detalles que hacen la vida más agradable y llevadera, esa sonrisa radiante que salpica con colores a los que están a su alrededor.