La sociedad contemporánea y sus modelos culturales predominantes – por ejemplo, la “cultura de lo provisorio” – no ofrecen un clima propicio para la formación de elecciones de vida estables con relaciones sólidas, construidas sobre una roca de amor y de responsabilidad en lugar de la arena de la emoción del momento. La aspiración a la autonomía individual es empujada al punto de poner siempre todo en discusión y de romper con relativa facilidad elecciones importantes y ampliamente ponderadas, recorridos de vida emprendidos libremente con compromiso y dedicación (Papa Francisco a los jóvenes).

Los jóvenes que se encuentran inmersos en redes sociales ante los avances tecnológicos que permiten llevar información en un instante, son uno de los grupos más vulnerables en el mundo. Al decir vulnerables me refiero a que son quienes tienen mayor acceso a la información pero sobre todo a información que desinforma. Son ellos quienes se ven afectados por la cultura de moda que trata de imponerse y de buscar el mayor placer posible sin consecuencia alguna. Es una cultura en la que la libertad es solamente aquella en la que no hay límites ni reglas para respetar al otro mientras sea “yo” el que disfrute lo que hago.

He nombrado el presente artículo “Lo que realmente importa: análisis mundial” porque creo esencial hacer énfasis en lo que verdaderamente importa en el mundo: educación, empleo, salud, gobernabilidad, paz, justicia y temor de hacer lo incorrecto, es decir una sociedad en la que la ética sea la piedra angular de nuestros actos. Todo ello podría sonar muy idealista, idealista cuando la realidad del mundo es otra: guerras, desempleo, analfabetismo, pobreza, corrupción, libertinaje, drogas, embarazos en adolescentes etc.

Lo que realmente importa en el mundo, es tener sociedades en las que la mayor preocupación deje de ser que las mujeres tengan más privilegios o más bien “más derechos” que el hombre, y tengamos un mundo en el que en lugar de exigirse el cumplimiento de los derechos universales -universales porque son igualmente para ambos- tanto hombre como mujer sean protegidos ante la discriminación y desigualdad. Necesitamos un mundo en el que la preocupación mayor no sea la creación de derechos sino que sea hacer valer los ya establecidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

La DUDH establece seguridad social, trabajo, asistencia médica, servicios sociales necesarios, educación, derecho de los padres a escoger el tipo de educación para los hijos. Si verdaderamente tuviéramos todo ello, y no fuera letra muerta, la realidad mundial sería distinta. Si hubiera seguridad social no exigiríamos la pena de muerte porque no habría a quien aplicársele; si hubiera trabajo no tendríamos preocupación por la trata de personas, esclavitud infantil, la violencia de la mujer o la mal llamada igualdad de género porque habría inclusión y equidad en oportunidades sociales, políticas y económicas. Si hubiera asistencia médica adecuada, las mujeres no exigirían salud sexual porque no tendrían necesidad de buscar las peores medidas para librarse del embarazo, en cambio tendrían la oportunidad de ser madres con todos los beneficios que merece su maternidad en la sociedad. Bien lo dice la DUDH, la maternidad y la infancia tiene derecho a cuidados y asistencia especiales. Sin embargo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) las tasas de mortalidad durante el embarazo y el parto siguen siendo elevadas en los países en desarrollo.

Si tuviéramos los servicios sociales no necesitaríamos prevenir métodos quirúrgicos como la mutilación genital femenina, abortos y otros métodos denigrantes que no conducen a la salud femenina ni a la integración familiar. Si nuestro derecho a la educación se hiciera valer, no tendríamos preocupación por embarazos en adolescentes y legalización de aborto y drogas. Tampoco nos preocuparíamos por problemas de discriminación y desigualdad. Pero la realidad es otra, en la mayoría de los países, hay una serie de factores sanitarios y sociales que se combinan para hacer que la calidad de vida de las mujeres sea inferior que la del hombre. Las desigualdades en el acceso a la información, la atención y las prácticas sanitarias básicas aumentan aún más los riesgos para la salud de las mujeres. La discriminación sexual genera muchos peligros para la salud de las mujeres (la violencia física y sexual, las infecciones de transmisión sexual, el VIH/SIDA (OMS, 2009).

La OMS ha dicho que entre un 15% y un 71% de las mujeres han sufrido violencia física o sexual infligida por su pareja en algún momento de sus vidas. Estos abusos, tienen graves consecuencias para la salud de la mujer, ya sea en forma de embarazos no deseados o de infecciones de transmisión sexual, depresión o enfermedades crónicas. Pero entonces donde esta nuestro derecho a la seguridad e integridad humana que se establece en la DUDH. Eso es lo que necesitamos que nuestros derechos se hagan valer y no que se promueven medidas inmediatas que no resuelven el problema de raíz, que pareciera son soluciones necesarias pero que a largo plazo, promueven aún más el problema: se busca legalizar el aborto cuando deberíamos promover educación para evitar embarazos y violencia, deberíamos exigir medidas que promuevan la integración familiar para evitar la violencia y desintegración de hogares.

Cada año 14 millones de adolescentes se convierten en madres y más del 90% de estas madres viven en países en desarrollo y el aborto se vuelve la solución. Pero el aborto no es la solución, el aborto es el fracaso de las instituciones y organismos internacionales que dejan de velar por la promoción de los derechos maternos, de salud, de educación y de promoción de la dignidad humana. Pero como una vez más nos dice la OMS, diariamente, 1600 mujeres y más de 10.000 recién nacidos mueren de complicaciones prevenibles del embarazo y del parto. Cerca del 99% de la mortalidad materna y del 90% de la mortalidad neonatal se produce en el mundo en desarrollo.

LA DUDH establece que la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y el Estado, pero qué medidas se han hecho para salvaguardar este derecho: Promoción de matrimonios del mismo sexo, promoción de superioridad de la mujer con igualdad de sexos y autonomía de la mujer, legalización de abortos cuando los niños no son deseados. Todo ello se promueven en lugar del matrimonio natural para que haya mayor integración familiar y educación a los hijos, reciprocidad y complementariedad entre hombre y mujer (equidad), paternidad responsable, protección de la maternidad y los derechos del niño.

También está establecido que en el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática. Por lo tanto, no todo lo que se llame derecho es viable, solamente los derechos fundamentales son aquellos que podemos exigir que se hagan cumplir, si cada uno de los derechos establecidos en la DUDH fueran cumplidos, no se ideologizarían ni se pedirían derechos nuevos e innecesarios a la sociedad.

Lo que realmente importa es ser constructores de un mundo digno de vivir para todos.