Las batallas que la historia ha peleado y las crisis que se han vivido a través de los años siempre nos invitan a reflexionar hacia dónde debemos trabajar, con quién y para qué. Una de las batallas que vivimos actualmente se denomina como la desintegración de la sociedad y la crisis de familia.

La actual decadencia en el tema de valores y el surgimiento de ideologías como el relativismo, materialismo y nihilismo, están llevando a la sociedad a un evidente declive.

No obstante, es importante hacer un análisis en cuanto a la estrecha relación entre la sociedad y la persona como individuo. Esto nos llevaría a cuestionarnos sobre la crisis actual del ser humano, aquella que ha llevado al individuo a desligarse de su sentido de vida, su sentido trascendental.

La lucha, por lo tanto, podemos darnos cuenta que antes de ser exterior, vinculada directamente con la sociedad y el mundo que nos rodea, es una lucha interior, la cual nos invita personalmente a reflexionar sobre la propia vida. La idea fundamental es entonces comenzar una batalla campal interior, para poder poseer  lo que queremos transmitir al exterior.

El resultado de este ejercicio es evidente: si se trabaja y se mejora la vida interior, esto tendrá repercusión en nuestras esferas sociales más próximas (familia, trabajo, relaciones interpersonales); Al tener repercusión en estos ambientes, el desarrollo y la plenitud de los mismos mejorará y se creará un efecto positivo repetitivo (como el de la piedra que se lanza al agua).

El deseo, la actitud y la constante lucha por erradicar los problemas del mundo, son situaciones que no se pueden desprender del corazón humano. Sin embargo es importante recordar que para poder practicar, satisfactoriamente, una lucha exterior, se debe pelear primero contra la interior, aquella que busca el constante perfeccionamiento de la persona.

Cada persona debe ser consciente de su llamado trascendental, de manera personal, para que de manera natural haya un brote de este pensamiento hacia sus esferas sociales más próximas. Cada quien vive de acuerdo al destino del que está consciente; Cada quien debe poseer primero lo que desea transmitir.