Desde la pandemia ocurrida en el año 2020, los índices de vulnerabilidad en torno a la salud mental aumentaron alrededor de todo el mundo. En Colombia aproximadamente hubo 26.132 intentos de suicidio según El Instituto Nacional de Salud, si bien, múltiples causales pueden ser la respuesta a esa cifra, en la actualidad no se ha disminuido la alta preoucapación sobre la salud mental de los ciudadanos.

Recientemente ocurrieron dos casos en la ciudad de Medellín, en la cual dos mujeres decidieron terminar con su vida en el carril del Metro, una de ellas decidió lanzarse con su hija de 7 años. Esto encendió aún más las alarmas a las autoridades sobre cómo se está manejando la ansiedad y depresión que pueden ocurrir por determinados factores. Y a pesar de que el tema debido a su urgencia e importancia se encuentra en tendencia en la mayoría de las instituciones públicas es necesario reflexionar la forma en que se están gestionando las emociones y pensamientos.

En un informe de la Organización Mundial de la Salud sobre el derecho de la salud mental menciona que los cálculos realizados desde 2014 indican que, en el mundo entero, sólo el 7 por ciento de los presupuestos sanitarios se destinan a asuntos de salud mental. Además, se pone de relieve el hecho de que en los países de bajos ingresos se gastan menos de dos dólares estadounidenses al año en salud mental. ¿Por qué se presta tan poca atención al cuidado de la salud mental cuando una de cada cuatro personas se verá afectada por algún padecimiento de ese tipo a lo largo de su vida? 

Como seres humanos, creemos que somos tripartitos, cuerpo – alma y espíritu, estos tres necesitan tener un equilibrio y un cuidado integral como respeto máximo a la vida. La salud mental como parte del alma y el cuerpo, no se debe tomar a la ligera, se necesita responsabilidad y corresponsabilidad con el otro para preservar la vida. En esta época tenemos la enorme ventaja de estar desdibujando el tabú sobre las enfermedades mentales, se debe continuar desde lo individual y colectivo en ámbito familiar y social por cultivar hábitos que produzcan una estabilidad emocional y física buena. Entre estos, descansar, establecer prioridades, meditar, realizar actividad física y ser conscientes del otro. 

Que la salud mental nos preocupe y la cuidemos tanto como nos preocupa y quisiéramos que no hubiese los asesinatos, la violencia intrafamiliar, política y cultural actual.