La frase anterior escrita por el poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana da la bienvenida a los visitantes del bloque número 4 del campo de Auschwitz I. Lugar que, por todos es sabido, se llevó a cabo los atentados más grotescos y deplorables contra la humanidad. Esto, fruto de un movimiento con aires de superioridad, y con la creencia que esa condición les permitía decidir quién merecía conservar su existencia y quién no. Y aquellos que no eran dignos, eran tratados como simples objetos, sin el valor que posee todo ser humano.

La frase del título invita a que toda generación del futuro debe ser educada a través de la historia, porque el que deja atrás el pasado, no aprende de ello y por esta razón tiene altas probabilidades de volverla a repetir. Este ha sido un mensaje que se nos ha presentado desde la existencia del hombre, pero siempre se cae en el mismo error de creer que se puede continuar sin aprender del pasado y esto nos ha llevado a que errores evidentes como las practicas eugenésicas del imperio griego, la esclavitud, el racismo moderno contra los afroamericanos, y actualmente con la denigración del ser humano a través del aborto.

En los últimos meses, han salido a la luz una serie de videos encubiertos, donde personas valientes han tomado la iniciativa de desenmascarar a la organización más grande del mundo en temas de aborto y métodos anticonceptivos artificiales. Estos actos han permitido ver lo que sucede detrás del telón, de una de las organizaciones más aplaudidas por personas “progresistas” que aplauden el trabajo que esta organización realiza para el bien de la sociedad.

Pero la realidad es que sus actos cada vez son más denigrantes para la humanidad, porque si tomamos en cuenta que el aborto es un repudiable en todos los sentidos, lo es aún más cuando se busca lucrar a través de los pequeños cuerpos de los humanos que acaban de quitarles la vida.

Si matar a una persona es un acto moralmente malo, no solamente por el acto, sino por el sujeto al que se le aplica, tomar sus cuerpo como mercancía y venderlo por partes, debería ser castigado por la ley, porque que diferente tiene un anciano, a un niño o a un feto. En el caso de los primeros dos, si sus órganos o partes son vendidos, es considerado un acto ilegal, porque no también con el negocio de partes de estos últimos.

Ante este tema, no se debe olvidar que la persona es desde el momento de la implantación, por lo que es un cuerpo totalmente ajeno al nuestro y nadie tiene el derecho ni de quitarle la vida ni de venderlo por pedazos cual mercadería de un supermercado.

Por lo tanto, nos queda como misión tener claro quiénes somos y tener presente la historia, para que actos como la trata de órganos de los no nacidos no se relativice y se vuelva algo cotidiano, haciendo que la muerte de tantos niños no hayan tenido sentido.