Mtro. David Fernández Dávalos, S. J.
Rector de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México

1.            Mi nombre es J. Francisco Macías Calleja, católico, mexicano y egresado de la facultad de derecho de la Universidad Panamericana, campus Guadalajara. El motivo de la presente carta es externarle mis inquietudes por su columna “Postura de jerarcas, ¿cristiana?” publicada por el periódico Reforma el 19 de agosto del año en curso (1), pues resulta un deber moral señalar aquellos puntos de su escrito que no me parecen correctos.

            Naturalmente, mis comentarios los hago respetuosamente como miembro de la Iglesia católica, como mexicano preocupado por el futuro de mi país y como persona interesada auténticamente en el resplandecimiento de la verdad y en su búsqueda académica.

2.            En primer lugar, llama la atención el comentario que cita de S.S. el Papa Francisco: “¿Quién soy yo para juzgarlos?”, que presenta de forma incompleta y descontextualizada. En efecto, el Papa relacionaba directamente este comentario con el Catecismo de la Iglesia; y de hecho, en ocasiones posteriores señala lo siguiente:

En aquella ocasión dije esto: Si una persona es gay y busca al Señor y está dispuesto a ello, ¿quién soy yo para juzgarla? Estaba parafraseando de memoria el Catecismo de la Iglesia Católica en donde se afirma que estas personas deben ser tratadas con delicadeza y no deben ser marginadas. Me alegra que hablemos sobre las personas homosexuales porque antes que nada viene la persona individual en su totalidad y dignidad. Y la gente no debe ser definida solo por sus tendencias sexuales: no olvidemos que Dios ama a todas sus criaturas y que estamos destinados a recibir su amor infinito. Prefiero que los homosexuales acudan a la confesión, que estén cerca del Señor y que recemos todos juntos. Se les puede pedir que recen, mostrarles buena voluntad, mostrarles el camino y acompañarlos en el mismo”. (2)

3.            Es en la misma línea que quiero insistir en que el enfoque renovado en la misericordia no significa un cambio de la doctrina milenaria de la Iglesia, sino que es una reafirmación de la misma. Esto lo menciono dado que las citas que hace en el segundo párrafo pareciera que buscan manifestar un cambio en la postura del Papa, cuando no lo es.

4.            Por ejemplo, en los párrafos 250 y 251 de la exhortación apostólica Amoris Laetitia (sobre la alegría del amor), el Papa señala lo siguiente:

250. La Iglesia hace suyo el comportamiento del Señor Jesús que en un amor ilimitado se ofrece a todas las personas sin excepción. Con los Padres sinodales, he tomado en consideración la situación de las familias que viven la experiencia de tener en su seno a personas con tendencias homosexuales, una experiencia nada fácil ni para los padres ni para sus hijos. Por eso, deseamos ante todo reiterar que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar «todo signo de discriminación injusta», y particularmente cualquier forma de agresión y violencia. Por lo que se refiere a las familias, se trata por su parte de asegurar un respetuoso acompañamiento, con el fin de que aquellos que manifiestan una tendencia homosexual puedan contar con la ayuda necesaria para comprender y realizar plenamente la voluntad de Dios en su vida.

251. En el curso del debate sobre la dignidad y la misión de la familia, los Padres sinodales han hecho notar que los proyectos de equiparación de las uniones entre personas homosexuales con el matrimonio, «no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia […] Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el “matrimonio” entre personas del mismo sexo».

5.            Tampoco pude evitar notar la forma en que Usted utiliza el llamado lenguaje de género: “”los y las homosexuales”, “los y las jóvenes”, por ejemplo. Al respecto, quiero hacer referencia a su carácter de académico, como rector de una de las universidades más importantes del país: si bien podemos entender el interés en la inclusión, hay que recordar que la Real Academia de la Lengua Española ha señalado que es gramaticalmente incorrecto el uso de este tipo de referencias (3). En este sentido, no podemos ignorar que la inclusión debe expresarse a través de acciones concretas, no a través de la deconstrucción del lenguaje.

            Cabe señalar, en este orden de ideas, que el Papa Francisco ha identificado a la ideología de género como una de las formas de la colonización ideológica de la familia (4).

6.            Por otro lado, usted señala que no ha visto respeto por parte de los sacerdotes en relación a la propuesta del ejecutivo sobre el matrimonio homosexual. Creo que sería conveniente entender que el debate está claramente exacerbado; por ejemplo, como aquel grupo que clausuró simbólicamente la Arquidiócesis de la Ciudad de México disfrazados de sacerdotes con máscaras de cerdos (5). ¿Es esta la postura global de los promotores de la ideología de género? No lo sé, y me parecería aventurado generalizarlo. Por lo mismo, me parece arriesgado que realice un postulado como ese, máxime que no refiere a ningún ejemplo.

7.            Otro término que me parece equivocado es el de “postura oficial de la Iglesia”. Esta idea denota un grave conflicto doctrinal viniendo de un sacerdote jesuita, pues una “postura oficial” es propia de un Estado o una ONG, pero la Iglesia es algo más. La doctrina unificada (que es parte de lo que la hace “católica”, “universal”), es un reflejo de la verdad de Cristo, hijo de Dios, revelada en las Sagradas Escrituras, transmitida y reflexionada a través de la tradición. En este sentido, me parece que si usted tiene dificultad para entenderlo, además de cuestionárselo frente a Dios (como señala en su texto), debería analizarlo racionalmente con la doctrina de los Padres de la Iglesia.

8.            Es en esta línea de ideas, de abordaje académico serio de la doctrina eclesial, que quiero explicar una confusión terminológica importante: es falso que se postule que “el celibato y la castidad son dones de Dios”. La castidad es la virtud del ejercicio correcto de la sexualidad. En el sacerdocio, implica la abstinencia sexual consagrada a Dios; en el matrimonio, el ejercicio amoroso de las expresiones genitales. Y, en la fe cristiana, las virtudes naturalmente requieren ayuda de Dios, pero también una gran parte de voluntad personal. Además, las virtudes no son una “imposición”, sino una forma de perfeccionamiento humano, encaminadas a la felicidad de las personas. Así, no se trata de “forzar un don de Dios”, sino de invitar a las personas a ser mejores, en el ejercicio de su libertad, con ayuda del Creador.

            La explicación realizada también arroja luz sobre el cuestionamiento referente a la exigencia del celibato: no es forzar el celibato, sino invitar a la castidad. Tampoco se trata de “privar a estas personas del derecho al ejercicio genital de la sexualidad”, sino presentar un mejor camino para ser felices. Nuevamente, este es un tema que debería reflexionar frente a Dios y analizarlo racionalmente con la doctrina, pues es preocupante un conflicto conceptual de esta magnitud viniendo de un sacerdote y académico de su nivel.

9.            Otro tema que me parece gravemente equivocado es cuando pregunta si Dios podría exigir que haya personas que “nunca, en toda su vida, tengan una pareja y expresen hacia ella su amor”. Es un reduccionismo lamentable afirmar que no existen expresiones de amor fuera de la genitalidad. ¿No es amor el que le tiene un padre a su hijo, y no lo expresa cuidándolo cuando está enfermo? ¿No es amor el que le tiene un amigo a otro, y no lo expresa escuchando sus problemas y ayudándolo en lo que puede? ¿No es amor el que tiene un sacerdote a un feligrés, cuando escucha la confesión de sus pecados?

            Ciertamente, no es tema de esta carta explicar la doctrina de la Iglesia en cuanto a los homosexuales, pues para ello recomiendo al Catecismo de la Iglesia Católica, de inicio. Sin embargo, reitero que es gravísimo reducir el amor a la genitalidad.

10.            Otro tema que me parece equivocado es que a lo largo de su columna refiere a “un joven que nació homosexual”, “un joven o una joven que nacieron distintos”, aunque después señala que “se confiesa abierto a lo que la ciencia diga” en cuanto al origen de las “sexualidades minoritarias”. Esto, con todo respeto, me parece una falta de honestidad intelectual: ¿cómo puede afirmar que “nacieron distintos” y hace una apología a esta teoría si se encuentra abierto a lo que diga la ciencia? ¿cómo puede, después de decir eso, desestimar la Carta a los Romanos dado lo que “nosotros conocemos ahora de manera más científica sobre la sexualidad”? Me parece incongruente su argumentación.

            Por mi parte, no soy experto en estos temas y, por lo mismo, prefiero no pronunciarme al respecto. Entiendo que usted tampoco es científico en este tópico, y creo que debería tomar una postura verdaderamente abierta a lo que diga la ciencia en un ejercicio de humildad y honestidad intelectual.

11.            Por último, quiero reiterar que la doctrina de la Iglesia y la postura de los laicos mexicanos no busca en ningún momento la “discriminación” de los homosexuales, sino un respetuoso acompañamiento de aquellos que se encuentran en esa situación (ver puntos 2 y 3 de esta carta). Lo que sería verdaderamente inhumano, indigno de Cristo, sería no hablar con la verdad y no promover el camino a la verdadera felicidad de las personas y al bien común.

            Como lo señala el Papa Francisco en Amoris Laetitia:

52. Nadie puede pensar que debilitar a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio es algo que favorece a la sociedad. Ocurre lo contrario: perjudica la maduración de las personas, el cultivo de los valores comunitarios y el desarrollo ético de las ciudades y de los pueblos. Ya no se advierte con claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por hacer posible la fecundidad. Debemos reconocer la gran variedad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad, pero las uniones de hecho o entre personas del mismo sexo, por ejemplo, no pueden equipararse sin más al matrimonio. Ninguna unión precaria o cerrada a la comunicación de la vida nos asegura el futuro de la sociedad. Pero ¿quiénes se ocupan hoy de fortalecer los matrimonios, de ayudarles a superar los riesgos que los amenazan, de acompañarlos en su rol educativo, de estimular la estabilidad de la unión conyugal?

12.            Igualmente, lo invito a reflexionar sobre la verdad en la doctrina, en el amor, en los mensajes que externamos a la comunidad. Lo invito a reflexionar sobre una visión objetiva del bien, que es fruto de la naturaleza del Dios de Cristo, no de lo que algunos identifican con “cerrazón medieval”. Lo invito a reflexionar sobre lo que el Papa escribió en su exhortación sobre la Alegría del Evangelio:

64. El proceso de secularización tiende a reducir la fe y la Iglesia al ámbito de lo privado y de lo íntimo. Además, al negar toda trascendencia, ha producido una creciente deformación ética, un debilitamiento del sentido del pecado personal y social y un progresivo aumento del relativismo, que ocasionan una desorientación generalizada, especialmente en la etapa de la adolescencia y la juventud, tan vulnerable a los cambios. Como bien indican los Obispos de Estados Unidos de América, mientras la Iglesia insiste en la existencia de normas morales objetivas, válidas para todos, «hay quienes presentan esta enseñanza como injusta, esto es, como opuesta a los derechos humanos básicos. Tales alegatos suelen provenir de una forma de relativismo moral que está unida, no sin inconsistencia, a una creencia en los derechos absolutos de los individuos. En este punto de vista se percibe a la Iglesia como si promoviera un prejuicio particular y como si interfiriera con la libertad individual». Vivimos en una sociedad de la información que nos satura indiscriminadamente de datos, todos en el mismo nivel, y termina llevándonos a una tremenda superficialidad a la hora de plantear las cuestiones morales. Por consiguiente, se vuelve necesaria una educación que enseñe a pensar críticamente y que ofrezca un camino de maduración en valores.

13.            Quiero reiterar que escribo esta carta como miembro de la Iglesia católica, como mexicano preocupado por el futuro de mi país y como persona interesada auténticamente en el resplandecimiento de la verdad y en su búsqueda académica; y que lo hago a usted, en su carácter de académico, rector de una de las universidades más importantes de México, y en su carácter de sacerdote jesuita, quien hizo votos de pobreza, obediencia, castidad y obediencia al Papa.

            Le deseo sinceramente que el Dios bondadoso, de la misericordia, ternura, liberación y solidaridad, quien se reveló no para abolir la ley, sino para darle cumplimiento (Mt. 5, 17), lo ilumine siempre.

J. Francisco Macías Calleja


(1) La columna puede ser consultada en http://www.ibero.mx/noticias/postura-de-jerarcas-cristiana-rector-ibero-en-diario-reforma

(2) Aciprensa. Esto es lo que dice el Papa Francisco sobre los homosexuales en nuevo libro. Roma, 2016. https://www.aciprensa.com/noticias/esto-es-lo-que-dice-el-papa-francisco-sobre-los-homosexuales-en-nuevo-libro-72580/

(3) Real Academia de la Lengua Española. Los ciudadanos y las ciudadanas, los niños y las niñas. Madrid, 2016. http://www.rae.es/consultas/los-ciudadanos-y-las-ciudadanas-los-ninos-y-las-ninas

(4) Aciprensa. La “colonización ideológica” se realiza a través de los niños, alerta el Papa Francisco. Roma, 2016. https://www.aciprensa.com/noticias/la-colonizacion-ideologica-se-realiza-a-traves-de-los-ninos-alerta-el-papa-francisco-88242/

(5) El Universal. Comunidad gay clausura simbólicamente la Arquidiócesis de México. Ciudad de México, 2016. http://www.eluniversal.com.mx/articulo/nacion/sociedad/2016/08/22/comunidad-gay-clausura-simbolicamente-la-arquidiocesis-de-mexico