En enero de este año, la capital de México, el antiguo Distrito Federal (D.F.), pasó a ser la Ciudad de México (CDMX). Esta nueva entidad federativa, si bien aún es sede de los poderes federales, también será ahora una entidad con autonomía y soberanía local, lo que demanda la creación de su propia Constitución política. Para este proceso, los constituyentes de la CDMX abrieron una convocatoria para que distintos colectivos sociales manifiesten los temas que a su consideración deberían ser incluidos en el nuevo documento.

Un grupo conformado por líderes religiosos católicos, judíos y evangélicos, así como líderes sociales y diputados, encabezados por la asociación civil Vida para Nacer, acudieron a este llamado y se reunieron con la asamblea constituyente para pedir que no se incluya la “interrupción del embarazo” en la nueva constitución, por estar esta prerrogativa contraria a la Constitución Federal, a los tratados internacionales de los que México forma parte, a los hallazgos científicos y a las recientes sentencias de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

En 2007, la capital de México, el entonces Distrito Federal (D.F.), despenalizó el aborto hasta las 12 semanas de gestación, convirtiéndose en la primera entidad federativa del país en hacerlo. Lo que el colectivo pro-vida pide es una reivindicación del vulnerado derecho a la vida de los niños por nacer y que éste se consagre en la nueva constitución. Aun siendo una lucha adversa y peleada en territorio hostil, el colectivo no baja la guardia e invita a los legisladores y al jefe de gobierno de la CDMX a reflexionar sobre el derecho a la vida. Este esfuerzo se suma a las recientes Marchas x la Vida y al movimiento que crearon frente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde con megáfonos imitaban el latir de un niño por nacer. Agradezco la valentía de este grupo por salir a las calles y manifestar la belleza de la vida.