Actualmente con nuestra cultura “avanzada” cuando ocurre alguna problemática social, económica o pública, la primera institución en la que se piensa para resolverlo es: el gobierno. Por lo mismo, vivimos en un momento coyuntural en Colombia y en Latinoamérica en la cual si un grupo de ciudadanos no están conforme con el bienestar y calidad de vida que le pueden ofrecer a su familia, tiene la libertad de salir  a las calles a exigir que el Estado responda y actúe a favor de ellos, sin que esto tenga consecuencias devastadoras como en otros países cuyos regímenes autoritarios hacen de la protesta algo inpensable.

Recientemente en Colombia, en el año 2021 hubo un gran ‘estallido socia’ como le llamaron los medios de comunicación, en el cual diferentes sectores salieron a protestar por sentirse inconformes con una reforma tributaria que el anterior gobierno quería implementar; lastimosamente también desencadenó múltiples situaciones que alteraron todo el país y solo con el supuesto de que “el gobierno debe responder a todas nuestras necesidades”.

Entonces, allí me preguntó y ¿dónde queda las responsabilidades de cada uno como individuo, familia, iglesia y asociaciones? Lastimosamente se ignoran las consecuencias que pueden ocurrir cuando se le da tanto poder al gobierno.

Una de ellas y la principal, es que, a mayor control del gobierno, menor libertad individual. Esto refleja lo que actualmente se está viviendo en Colombia, si analizamos cada sector de la sociedad, encontraríamos destellos de cómo se va perdiendo la libertad.

Por ejemplo está lo que buscan implementar con la nueva propuesta de reforma tributaria, en la que plantean cambios que afectan desde un impuesto “saludable” que es en palabras sencillas es: “que vamos a elegir comprar de comida que según el gobierno es saludable y no tiene impuesto entonces es más económico” o un impuesto del 40% a la ropa importada que es otro abuso de la autoridad, incrementando el impuesto a la propiedad privada y disminuyendo la capacidad productiva o un supuesto impuesto que también querían imponer a las iglesias (pequeñas y grandes) porque según los gobernantes, era un sector que se enriquece sin límites y aportes para la sociedad.

Como estos, hay muchos ejemplos que vale la pena mencionar, pero el punto es generar una reflexión en la cual busquemos aterrizar que no es necesario ni conveniente idealizar el gobierno. Conectar cada responsabilidad con su encargado es traer orden a nuestras vidas.

Las familias y los padres están para responsabilizarse de la educación de los hijos, no el gobierno al imponer sus principios ideológicos. Los individuos somos responsables de trabajar y ser mayordomos de nuestra propiedad interna y externa, no el gobierno de brindar uno tras otro subsidio.

En cada responsabilidad que asumimos como un deber ser estamos definiendo nuestra libertad. No es necesario que un gobierno cree un impuesto ‘saludable’ el cual incrementa la canasta familiar para que nosotros como individuos elijamos correctamente que consumimos que sea de beneficio para nuestro cuerpo. La libertad se pierde cada vez que la jurisdicción se excede. 

Bibliografía: 

  • Lyons M. (2018) Gobierno todopoderoso. Editorial Libertad y Nomos S.A