México ha llamado la atención últimamente por un nuevo movimiento social que ha surgido: El Frente Nacional por la Familia. Todo el mundo parece estar hablando de eso, ya sea para bien o para mal. Unos dicen que es la primera vez que los conservadores han salido a las calles así desde hace casi 100 años; otros, que es una vergüenza para el país que “algunos quieran coartar el derecho de los demás”.

Al respecto, he reflexionado en tres líneas de ideas principalmente.

Primero: Cualquiera que sea la postura que alguien tome, la realidad es que todos tienen derecho a expresar sus opiniones. En lugar de desviar el debate por las tangentes del “Estado laico” (que ya nadie sabe qué significa en realidad) o de las descalificaciones, creo que debería abordarse el tema desde una postura mucho más seria por su relevancia en la vida social de la república. Por ejemplo, es de resaltarse que las manifestaciones convocadas en el mes de septiembre convocaron a más de millón y medio de personas —que es un número inusualmente grande de ciudadanos que, naturalmente, tienen todo el derecho de expresarse—, y que además, éstas se desarrollaron de manera pacífica. ¡Daría gusto que así fueran las manifestaciones de maestros disidentes! (1)

Segundo: Muchas de las opiniones que se comparten dicen que estas manifestaciones buscan “coartar el derecho de los demás”. En este sentido, creo que los que se manifiestan de esta manera están tomando una postura axiológica, que no han compartido (o no han sabido compartir) con el resto de la sociedad. Esto, seguramente tiene que ver con el hecho de partir de un planteamiento emotivo y no racional para defender el mal llamado “matrimonio homosexual”. Y no subsana en nada este hecho las resoluciones de la Suprema Corte (antes bien, hacen notar lo mediático que es el debate), pues entender nuestro sistema de gobierno va más allá de gritar “Estado laico” en contra del Frente Nacional por la Familia. Creo que debemos pensar la democracia y la república federal en que vivimos de manera más profunda, y cuestionarnos efectivamente el papel de los tribunales y el de nuestros representantes. Si se les pagan cantidades estratosféricas (2), lo menos que podemos esperar es que este tipo de debates que tienen que ver con visión de la sociedad, valores y leyes, se hagan en el Congreso por nuestros representantes, no por un grupo de abogados designados por quienes detentan el poder.

Tercero: Mucho he escuchado de mis amigos y conocidos de lo cansados que están de estos temas. Sí, efectivamente, es cansado pensar seriamente sobre temas que son tan importantes para la vida nacional. Pero esta fatiga es el precio de vivir en una sociedad plural, que avanza (y a veces retrocede) en una mayor integración y en un mejor entendimiento de sí misma. Sin embargo, claro que es una postura válida abstenerse del debate; la postura que es totalmente inaceptable es aquella que ataca a los demás y cierra los oídos y la voluntad a tomar en cuenta a los que piensan diferente. Tristemente, esa es la postura que parece primar del lado que más grita por la tolerancia.

(1) Milenio.  Recuento de daños por bloqueos de la CNTE. Ciudad de México, 2016. http://www.milenio.com/politica/recuento_de_danos_por_bloqueos_de_la_CNTE-consecuencias_de_bloqueos_y_protestas_CNTE_0_797320269.html

(2) El Debate. ¿Cuánto ganan los diputados federales? Ciudad de México, 2015. http://www.debate.com.mx/mexico/Cuanto-ganan-los-Diputados-Federales-20150830-0158.html