Entre los incontables problemas sociales, económicos, políticos, y más, que tiene Colombia, no podemos ignorar una verdad tan clara: hay una moral objetiva qué seguir, y que no estamos siguiendo, aunque intentemos obrar de manera correcta. No podemos comparar lo bueno con lo malo sin tener un estándar o entendimiento de lo que es bueno y lo que es malo, y sabemos que lo tenemos porque actuamos de acuerdo a ello, nos molestamos cuando la vida es injusta y nos alegramos cuando se nos hace justicia, hay un orden implícito en la humanidad. Y ese orden implica que hay algo fuera de la humanidad que rige por encima de todo.

La Biblia, como más que un libro histórico, nos deja reveladas las normas que toda nación necesita para vivir en verdadera libertad, y la historia ha demostrado que apartarse de aquellas normas morales lleva a la destrucción de civilizaciones. Como ejemplo de esto, una Grecia en declive se regía por la búsqueda desenfrenada de placer, el rechazo por las normas de Dios, educación en conocimiento sin carácter, prácticas como la astrología y aberraciones en el uso del cuerpo humano en su diseño natural; por el contrario, cuando naciones se han fundamentado en los principios bíblicos, han prosperado. Como ejemplo, tenemos el caso de Estados Unidos en sus inicios, en cuya declaración de independencia de 1776 dice: “Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.

En nuestra constitución política colombiana se expresa la protección del derecho inalienable a la vida, además de estar sujetos como país al acuerdo de la Convención Americana de Derechos Humanos, donde se manifiesta explícitamente en su artículo 4, que se debe proteger la vida de un ser humano desde su concepción. Pero vemos el claro ejemplo de la Corte Constitucional en Colombia negando ese derecho a bebés de 6 meses de gestación por medio de un fallo que avala el aborto sin restricciones hasta dicha edad gestacional.

Cabe considerar que varios aspectos en los que Colombia debe mejorar tienen como base la inmoralidad sexual. Vivimos en una sociedad hipersexualizada en los medios de comunicación, los anuncios y, especialmente, hacia el cuerpo de las mujeres. Una regulación del contenido sexualmente explícito o el simple hecho de dejar de promover el inicio de la vida sexual a temprana edad, podría llevar a una reducción en casos de abuso sexual, y a menos casos de embarazos adolescentes o no deseados, no teniendo que recurrir, entonces, a a la terrible práctica del aborto.

Por otra parte, la familia instituida dentro del matrimonio entre un hombre y una mujer es un principio básico que ha sido atacado. Pero incluso si se quiere respetar el libre albedrío de las personas que desean ir en contra de este principio, sus ideales no deberían ser impuestos a manera de adoctrinamiento con estrategias como la ideología de género. Los padres son los encargados de educar a los niños en los principios morales. La familia es la principal institución de nuestra sociedad, y debe ser respetada y protegida.

En cuestiones de género, las tendencias naturales guiadas por el pecado conocidas como machismo y matriarcado no deberían ser ninguno de los extremos que rijan nuestra sociedad. Hombres y mujeres tienen igual valor delante de Dios por ser ambos creados a su imagen y semejanza. Así que la solución a las desigualdades en Colombia y el mundo no es dar mayor valor a las mujeres, haciendo creer que ésta siempre ha sido oprimida por el hombre, una mentira del feminismo; y en su contraparte, ponera a las mujeres bajo el dominio de los hombres tampoco es lo correcto, ninguno tiene porqué tratar de dominar al otro. No se trata sólo de igualdad, sino de dar responsabilidades de acuerdo a las diferentes capacidades.

Pasando al tema económico y gubernamental, querer suplir todas las necesidades de las personas solo lleva a un Estado que acapara todo el poder y que en realidad empobrece, ya que, al poner mayores impuestos sobre los ricos para intentar dar a los pobres, las empresas dejarán de dar empleos y se perderán oportunidades. Es más bien deber de las asociaciones voluntarias ayudar a los pobres y a las personas más desfavorecidas, y el deber del Estado debe ser castigar al malo, proteger al bueno, proteger las libertades y la propiedad privada.

Es importante resaltar que no debemos confundir la libertad con el libertinaje. El libertinaje deja que las personas hagan lo que quieran sin importar nada, pero las normas objetivas traen libertad. Necesitamos algo más allá de nosotros mismos con nuestra sabiduría humana para mejorar a nuestro país, ya que nosotros no nos creamos a nosotros mismos.

Muchas otras cuestiones podrían ser discutidas aquí, pero me gustaría terminar hablando de la pintura que se encontraba en la Corte Suprema en Suiza (imagen de este texto), que refleja cómo la justicia, que no es ciega, es guiada por Dios, por medio de su Palabra, a lo que apunta con una espada. Es allí donde se encuentra la manera de legislar en todos los asuntos, y está disponible para todas las personas.

 

Imagen:

“Justice Lifts the Nations” (en español, “la justicia levanta a las naciones”), 1904 mural by Paul Robert, presides in the former Swiss Supreme Court Building in Lausanne, Switzerland.  El mural de 1904, por Paul Robert, se encuentra en el anterior edificio de la Corte Suprema Suiza en Lausana, Suiza.