En una entrevista para un podcast en Youtube llamado “The Jordi Wild Project”, el físico español Javier Santaolalla mostraba su desacuerdo con el ateísmo basado en dos argumentos: la negación categórica es un impedimento al pensamiento y la indignidad arrogancia que esconde esta posición.

Siendo más concretos, Santaolalla hacía referencia a la asociación que comúnmente se hace entre religiosidad e incultura. Por las características del programa no suelen detenerse a reflexionar mucho sobre los temas propuestos, por lo que aquí expongo los argumentos por los que considero una falta de conocimiento histórico este dogma moderno.

A menudo se alude a la religión como pensamientos impropios de una persona racional. Sin embargo, tenemos centenares de ejemplos a lo largo de la historia de científicos, tomados como adalides de la razón y el pensamiento objetivo, que han manifestado sus profundas creencias en Dios. Isaac Newton y Gottfried Leibniz, creadores del cálculo; Gregor Mendel, padre de la genética; Nikola Tesla, desarrollador de los usos actuales de la corriente alterna o Louis Pasteur, inventor del proceso de pasteurización de la leche y de la vacuna contra la rabia, ambas responsables de salvar millones de vidas, fueron firmes creyentes a lo largo de sus vidas.

Estos son apenas unos nombres de una lista interminable de intelectuales cuya fe nunca fue impedimento para su brillantez. Pero incluso obviando este más que suficiente contraejemplo, ¿qué potestad hay para el menosprecio hacia las personas creyentes? Lo único que alcanzo a vislumbrar es un deseo de superioridad moral que pone de evidencia la posición a la que está relegando a la religión en la propia psique de cada individuo.

En la foto, Gregor Mendel, científico y fraile agustino de República Checa.